¿A QUÉ PROFUNDIDAD PODEMOS ENTERRAR LA VERDAD?
Lo he pasado muy bien. El ir al
cine, ver una película y entretenerme con ella, ya es de por sí suficiente para aconsejar la
experiencia. Me ha gustado. Pero hay más. Detrás
de la historia que se cuenta hay más. Una historia cuasi-histórica, si se puede
calificar así a una ficción que nos redirige hacia una historia real. Una de esas que
aconsejaría a los adolescentes, bueno y a cualquiera en general, como medio para meterles el gusanillo de la curiosidad por saber ¿hasta dónde se llegó? ¿Qué
hay de cierto? ¿Se puede cerrar los ojos?
El argumento es el siguiente: En el verano de 1960, un médico alemán (Alex
Brendemühl) conoce a una familia argentina en la región más desolada de la
Patagonia, y se suma a ellos, en caravana, por la ruta del desierto. El viajero
no es otro que Josef Mengele, uno de los criminales más grandes de la historia.
Esta familia revive en él todas las obsesiones relacionadas con la pureza y la
perfección. En especial Lilith, una adolescente con un cuerpo demasiado pequeño
para su edad. La fascinación es mutua: en pleno despertar sexual, Lilith siente
una inquietante atracción por ese forastero. Desconociendo la verdadera
identidad del alemán, al llegar a Bariloche, Enzo (Diego Peretti) y Eva
(Natalia Oreiro) lo aceptan como primer huésped de la hostería que poseen, a
orillas del lago Nahuel Huapi. Aunque el extraño personaje les genera a los
anfitriones cierto recelo, progresivamente se verán seducidos por sus modos, su
distinción, su saber científico y sus ofertas de dinero. (FILMAFFINITY)
Hay cosas que funcionan
perfectamente dentro de la película. La narrativa utilizada por Lucia Puenzo es tranquila y
eficaz. Nada de las cámaras
rápidas con las que se narra la intranquilidad, el desasosiego o el
acorralamiento de los personajes en el cine norteamericano, del que por
principio no tengo nada en contra, no. Muchos primeros planos de los protas,
sus miradas o expresiones, junto con los diálogos en los que no sobra nada,
construyen la acción. Y se consigue un ritmo sin estridencias ni aburrimientos,
a la europea, cuando Europa acierta. Muy a la europea.
Durante la película, nos lleva de
la mano una niña que ha crecido, una forma de mirar inocente, ingenua. Seguimos a la niña y su relación con
Mengele y con el entorno. No obstante no es solo una visión de una niña, si no también la de la niña que ha crecido. Relata, con una voz en off, pocas veces, las justas, lo que recuerda de
aquella época. Relata, desvelando poco a poco, la importancia de esa relación
breve en el tiempo. Se intuye la gravedad por lo escueto de sus datos, la
concreción y elección de los términos, sin anticipar nada hasta su final.
La
geografía y el escenario físico en el que transcurre la historia es un
personaje más. Paisajes salvajes, duros, implacables, poderosos. Desde la
dureza de la ruta del desierto con que comienza la peli, hasta el entorno de la
hospedería donde se desarrolla la acción, caminamos hacia un lugar turbio y
aislado, a la vez que espléndido. Una mezcla desconcertante.
Poco
a poco descubrimos a Mengele. Sus intenciones se nos desvelan casi a la
par que los protas entienden quién es y qué significa su aparición en sus vidas.
Ese descubrimiento paso a paso contribuye a mantener la atención sobre el
personaje y sobre la trama de la historia. Muy interesante ver cómo se van
posicionando los miembros de la familia con respecto a él.
La
fábrica de muñecas llena de piernas, cabezas,
brazos..., el recurso literario y cinematográfico, una metáfora de la visión
hitleriana, y concretamente de Mengele,
de la naturaleza física del ser humano. Para no perderla.
Las muñecas deberán ser perfectas
e iguales. Repito, perfectas e iguales. De aspecto y naturaleza perfecta y sin
capacidad de pensamiento, si no la uniformidad es imposible. Atentos a la escena y diálogos.
El
padre, mi héroe. Dueño de un sentido
común que ve e intuye todo, discerniendo rápidamente las actitudes y acciones acertadas
de las que no lo son. Incluso, y siguiendo con el tema de la fabricación de
muñecas, está empeñado en hacer una muñeca con corazón mecánico palpitante. Lo
único que les falta a esas muñecas perfectas e iguales.
Pero también hay otras cosas que
se valoran después. Ya en mi casa, me
vienen a la cabeza dos temas que me crean no poca inquietud. Qué poco valoramos
la importancia de la educación. No hablo
de tenerla o no tenerla, si no del tipo de educación que recibimos. No nos
engañemos, siempre es dirigida, pero hay un margen de manipulación que con
esfuerzo y capacidad crítica, cuando uno llega a la edad adulta, intenta
corregir o reafirmar, lo que cada uno crea conveniente. Y luego hay otra
educación de la que es más difícil distanciarse para analizarla, aceptarla y/o
rechazarla. En esta está el verdadero peligro.
La segunda cuestión se da de
bruces con mi poca capacidad de entendederas cuando tropiezo con un tema
absoluta y terriblemente injusto ¿Cómo pudo
suceder? Y no me estoy refiriendo a la sin razón de la ideología nazi,
que aunque me la expliquen despacio sigo sin entender, quizá debería ser una de
esas muñecas de la peli, perfectas e iguales, pero sin el corazón palpitante,
para ponerme en el lugar. Hablo de cómo se crearon esos paraísos terrenales en
los que pudieran continuar su vida, asesinos de la humanidad, no perdedores de
una guerra. ¿Cómo se permitieron? ¿Cómo prosperaron dejando parte de su legado en zonas tan alejadas de su lugar de
origen? ¿Cómo algunos de ellos pudieron escapar de la justicia? Cuántas
preguntas con muy pocas contestaciones. En esto, como en todo, las razones
políticas -la conveniencia o la inoportunidad, los intereses creados, la
geopolítica, la ambición... qué se yo- nos llevarían por una senda complicada y
retorcida, pero a buen seguro, muy acertada. Crea un auténtico desasosiego
saber que no existe la justicia universal.
(Muy muy aconsejable la película “Anna Arendt” de Margarethe von Trotta
(2012), tema relacionado pero con otra aproximación.)
Deja de comer, de dormir o de trabajar, pero no dejes de publicar el blog. Llegará el día en que lo disfrutemos a tope, tal y como tu creas. Muchas gracias por tu tiempo.
ResponderEliminarRepasa el texto de Anna Karenina, por favor, hay alguna parte con fondo muy oscuro que lo hace ilegible para alguna de nosotras.
¡¡Animo y a seguir disfrutando!!
Me encantaría que esta forma de disfrutar sea contagiosa, esa es la idea.
Eliminar(La Karenina, revisada)