MENSAJEROS DEL CAMBIO
Jardineros, los he visto peinar
árboles. La primavera se acerca. Estaban podando las ramas secas o inútiles de
los árboles a los que hay que poner guapos este año. En seguida la ciudad se
vestirá de verde, rojo, amarillo, rosa.... Los árboles ciudadanos, mimados y
bien acicalados, ya se preparan a pintarlo todo de verde con sus brotes a punto
de nacer, y pronto cuento con estos marcadores del cambio, armados con tijeras
y palas, para que tiñan de color
parterres, medianas y rotondas con
tulipanes de todos los colores y pensamientos de múltiples tonalidades. Una
fiesta de color y vida se prepara entre el adoquinado.
Hubo un tiempo en que el trabajo
de los jardineros no era tan inocente como pueda parecerse, el poder hablaba a través de ellos. El Barroco
se empeñó en dominar, racionalizar y ordenar la Naturaleza en sus
jardines. En ese intento por
perfeccionar, doblegar y usar lo natural en beneficio propio, los franceses e
italianos, tuvieron distintas expresiones. Bernini en Roma se empeñó en
introducir el elemento natural en la ciudad, eso sí de forma controlada, y sus
fuentes (Fuente del Tritón o Los cuatro ríos), de forma decorativa, aportaban
el frescor, movimiento y salvajismo del agua corriendo. Pero será la forma de
entender el jardín de los franceses la que me deja impresionada. Esas figuras
geométricas vegetales, ordenadas, medidas, espléndidas, expresan del poder de
su patrocinador, el poder real. Un ejemplo claro. A nadie se le escapa, si ha
tenido la fortuna de pasearse por los jardines de Versalles, que Le Nôtre, al
plantear todo ese sistema de jardines y fuentes, tenía como objetivo primero
que toda esa naturaleza estuviera al servicio del hombre. Colores, formas y
perspectivas que crean espacios infinitos diseñados para contemplarse desde un
lugar privilegiado. Lo natural al servicio de la magnificencia del poder.
En la actualidad, estoy segura
que algún cargo público todavía está pensando en expresar su saber hacer a
través de magníficos o megalómanos parques urbanos. No obstante, creo que mayoritariamente el trabajo de los
jardineros públicos está mediatizado por la sensibilidad medio ambiental del
ayuntamiento de turno y/o su solvencia económica. No obstante, mientras disfruto del
diseño y esmero de este nuevo año vegetal, voy a estar atenta por si la municipalidad me transmite alguna
consigna subliminal
Consciente de lo anterior, me
quedo con el puro deleite que supone ver
renacer, otro año más, esas ramas rugosas y pardas, mientras mi ojos saltan de
flor en flor, como cada temporada. Los jardineros siguen en su vano intento de
dominar, racionalizar y urbanizar esa naturaleza que cada año brota. Y mientras
lo intentan, sin ser conscientes de ello, nos obligan a comprobar el paso del
tiempo, con esa forma cíclica que tiene la naturaleza de realizar cambios en la
permanencia.
Tópico y muy bonito.