Historia
ESE PUEBLO QUE TANTO MIRA HACIA ATRÁS
“Los pueblos
enloquecen cuando desarrollan una pasión excesiva por su pasado. Pero, bien
mirado, ¿qué pueblo no está loco?
Por lo demás, la
locura irlandesa es muy particular. Joyce la definió así: Siempre fuimos leales
a las causas perdidas…”
La historia contemporánea de
Irlanda está inundada por algunos de los ingredientes más viejos y comunes a
muchísimos pueblos del mundo: la injusticia, la venganza, la crueldad,
corriendo a la par de la absoluta esperanza de un mundo mejor. Nada nuevo desde
que el mundo es mundo. No obstante, la peculiar manera que han tenido los
irlandeses de vivir, contarse y cantarse su propia historia, la hace merecedora
de, por lo menos, conocerla un poco más.
La injusticia como fuerza-motor
generadora de sufrimientos sin fin. Porque las más de las veces, cuando no
parece haber otro camino, se escoge una salida violenta y entonces se abre la
caja de Pandora. Cuando esa caja queda abierta, algo que no debe hacerse, lo
advirtieron los dioses antiguos a los hombres, todos los males se derraman y no
hay esfuerzo humano capaz de volver a cerrarla. Si la semilla de la injusticia
fructifica, crea un ciclo de acción-reacción que se retroalimenta y adquiere
distintas peculiaridades, según lugares y épocas, pero es una mala hierba
difícil de eliminar.
Reverte habla de distintos
periodos de la historia Irlandesa, pero se detiene un poco más al hablar del
proceso de independencia de Irlanda (1916) o de sucesos trágicos en la Irlanda del Norte como el Bloody Sunday (1972)
Irlanda del
norte. Miradas enfrentada
Así como Reverte echa de menos
más estatuas ciudadanas que recuerden el
patrimonio literario que poseemos, yo sigo admirándome del poco reconocimiento
que dispensamos a algunos de los personajes históricos españoles que han
contribuido a conformar el país en el que vivimos. Y en esto del reconocimiento
de sus ciudadanos, los ingleses son unos maestros. No han dejado pasar ni un
atisbo de notoriedad en un personaje o hecho histórico patrio. Y si su brillo
no era el suficiente, se pule a través
de una nueva perspectiva, una fresca mirada o un ultimísimo enfoque. Creo que
no me equivocaré demasiado si digo que no demasiada gente ha oído hablar en
España de Blas de Lezo. Este Almirante de la Marina Española, defendió
Cartagena de Indias (1741), frente al almirante inglés Edward Vernon. Éste
sufrió una derrota sin paliativos ante Blas de Lezo, y contra todo pronóstico,
un sobrino suyo, consiguió incluir en la Abadía de Westminster, un monumento en
su honor en el que se incluye dentro de
su epitafio la siguiente frase: “… y en
Cartagena conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la victoria.”
Ole, ole, y ole. Pero en esto del recuerdo y la glorificación han llegado a
cosas verdaderamente chocantes. Don Charles Darwin está enterrado también en la
Abadía de Westminster, lugar de enterramiento honorable de primer orden, pero,
corcho, se trata de hacer reposar los restos de uno de los científicos más
importantes del mundo, cuyo trabajo minó el poder religioso, precisamente en un
edificio que representa el poder del divino en la tierra. Genial.
Bien, pues Reverte se hace eco de
otro personaje muy desconocido para el gran público que anduvo por Irlanda en
el siglo XVI: Francisco de Cuellar. Como capitán de la Armada Española, formó
parte de la Armada Invencible en 1588. Después de sufrir el desenlace que todos
sí conocemos, naufragó en las costas de Irlanda y escribió un relato sobre su
experiencia en la flota y todas sus andanzas por las costas de Irlanda, huyendo
de los ingleses. Una experiencia a difundir.
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