ATRAPADO POR LA HISTORIA
"El
aire tenía una densidad que acariciaba la piel, y el mar,
refulgente, apenas producía un murmullo adormecedor. Allí se podía
sentir cómo el mundo, en días y momentos mágicos, nos ofrece la
engañosa impresión de ser un lugar afable, hecho a la medida de los
sueños y los más extraños anhelos humanos. La memoria, imbuida por
aquella atmósfera reposada, conseguía extraviarse y que se
olvidaran los rencores y las penas."
Hay días en
los que es imposible que ocurra nada malo. La Naturaleza se empeña
en recordarme que existen momentos de perfecto equilibrio inestable, de
armonía precaria, instantes de excepcional ritmo natural en los que
todo funciona. Entonces es posible creer en un mundo afinado en todas sus manifestaciones. Pero suele ocurrir, como le sucede a uno de los personajes de
Leonardo Padura, que estos momentos preciosos y raros sean un espejismo.
De esta manera tan sencilla y efectiva describe Padura uno de esos
momentos. Instantes para parar el paso, coger aliento y seguir pues
hay mucho que contar.
Consciente
de todo lo que hay por narrar Padura succiona mi atención, no me
deja respirar, me empuja a la frase siguiente, al párrafo posterior,
con naturalidad y necesidad, tirando de un hilo invisible que me hace
pasar página sin descanso. Obligada a seguir adelante, y no solo
por el contenido, sino también por su forma de narrar, de contar, de liarme.
He tenido la impresión de estar sentada escuchando a una Sherezade
caribeña. Llega el final del capítulo y de igual forma a la que la
narradora de Las mil y una noches interrumpía su historia,
quedo en suspenso esperando el final que todavía no llega. Varias
historias confluyen en una misma dirección y esconden otras más que
podría seguir. Es así como Padura deja que Iván nos vaya contando
sus encuentros con un personaje oscuro en una playa de Cuba, y cómo
a través de él conocemos a Trotsky y a Ramón Mercader, su asesino.
Pero Padura
es una Shrezade magníficamente documentada, con las claves del
ensayista y las dotes narrativas del gran escritor. De esta forma, he
corrido de línea en línea en busca de más, atrapada por su forma
de hacer y por el contenido narrado.Dos personajes reales, Trotsky y
Mercader, una situación histórica concreta, y las razones,
motivaciones, sentimientos, pasiones las pone Padura.
La novela la
puedes abordar dando el protagonismo que reclaman sus protagonistas,
poniendo el acento en los hechos relatados o quedándote con las
pasiones manejadas por la ideología o a la ideología manejada por
las pasiones. En este escenario, los personajes son actores que se
ven manejados por ideas, por el ansia de poder, el odio, la ambición,
el engaño. Hombre y mujeres borrachos por el deseo de dominio,
ansias de control, pretensiones de transcendencia histórica. El
telón de fondo es la gran promesa frustrada en el siglo XX de la
llegada al poder de la clase trabajadora.
Teniendo a
la curiosidad como afición, no se me va de la cabeza el qué
sentiría un hombre que lo tuvo todo en Rusia y acabó siendo odiado
como un renegado y sin un lugar en el que pasar el fin de sus días.
Un personaje que conquistó amistades, fidelidades, honores, que hizo
revoluciones y que tuvo que ser testigo del final de ese mundo; que
manejó los hilos del poder y pasó a ser marioneta en un juego que
no podía ganar; que fue testigo de la muerte de amigos y familia más
directa como efecto de su trayectoria debidamente manipulada, un hombre de ideales que no tuvo otro remedio que
comprobar que todo aquello a lo que había dedicada su vida se
transformaba en una ideología devoradora de hombres manejados por el
actor adecuado. ¿Qué pensó y sintió Trotsky en los últimos años
de su vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario