Amador Calvet |
Todos esos pueblos
"A
diferencia de las ciudades desarrollistas, edificadas en dos días
por alcaldes y constructores de escrúpulo corto para amontonar en
sus bloques a todos esos aceitunero altivos, las casas de Ruesta se
hicieron para resistir el juicio final. No eran refugios para
espantar el frío, sino legados. Piedras pensadas para pasar de
padres a hijos, en una sucesión interminable, con un sentido del
tiempo y de la propia historia que no concebían el abandono ni la
ruina"
Así habla Sergio del Molino de Ruesta, uno de tantos pueblos que no
aguantaron más y murieron en vida. Sus perfiles van desapareciendo,
no así los paisajes en los que estaban enclavados. Esos paisajes
cambian sin dejar de estar ahí. Un par de pintores, Ramón Gaya
citado por Del Molino, y un fotógrafo para constatan su existencia.
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