¡Tráeme una cosa de la China!
La verdad es que viendo la
travesía que hizo Oteyza, sin prisa y sin descanso, la cantidad de sitios
interesantes en los que recaló y la variedad de gente con la que seguramente
habló, me pena no haber podido hacerle un encargo, ¡tráeme un souvenir!
No me hubiera importado un buen
mantón de Manila, delicado y bien decorado. Debe de ser un placer poder llevar encima una obra de arte. Arte
con mayúsculas, con minúsculas o en cursiva ¿qué más da? Un trabajo creativo
hecho con infinito gusto y maestría.
Si a alguien le pica la curiosidad
sobre la expresión artística que nuestro viajero pudo encontrar en Filipinas, el
Museo Oriental de Valladolid es un buen punto de salida para empezar a conocer.
Pero lo que si le pediría es que
me trajera una cosa de la China. Cualquier objeto. Algo con mucho aroma
oriental, de tacto suave como el jade o la laca, de diseño delicado como sus
pinturas de sus cerámicas o de abigarrada decoración como sus marfiles, leve como la seda o
contundente como la madera labrada. Me da igual qué. En todo caso, quiero que
al observarlo me traiga algo de la magia y el misterio oriental, para yo también así, poder sucumbir a los
encantos chinescos, aquellos de los que no pudieron escapar nuestros
antepasados, ya desde fines del siglo
XVII. ¡China, tan milenaria ella!
Si se quiere dar uno un gustazo visual, Art Proyect En esta ocasión: Hunan Provincial Museum Y para dar un vistazo general, arte oriental
Y Europa cayó bajo el influjo oriental. La chinoiserie, ese estilo
artístico que chifló a las cortes europeas del XVIII que no sólo se
conformó con traer desde el lejano oriente sus refinadas y coloristas
decoraciones, aplicadas a variadísimos objetos, sino que también caló en las
mentes de algunos arquitectos occidentales en un intento por transportar, a la
clase bien, al mágico oriente.
“Chinesisches Haus” del palacio
de Sanssouci de Federico II de Prusia. (1754-57)
Desde luego que España no se
quedó al margen de todas estas influencias. “Influencias de la idea de Oriente en la arquitectura de España” ni el resto de Europa
Para profundizar un poquitín, “La seducción de oriente: de la Chinoiserie al Japonismo” de David Almazán Tomás.
El gusto por todo lo oriental llegó a todos los ámbitos de la creación artística. El joyero Cartier, a partir de 1910 creó piezas directamente inspiradas en el lejano oriente. ¡Puro lujo oriental! Todo el que pudo ver la exposición celebrada el año pasado en el Museo Thyssen (El arte de Cartier) sabe de lo que estoy hablando.
Vale, bajando a la tierra, aunque
solo un poco. Quizá Oteyza me hubiera podido traer una pintura de Wu
Ch´ang-shih (1844-1927). Perteneciente a la Sociedad del Loto Blanco en
Shanghai, creó algunas de las más delicadas representaciones de la naturaleza
que se pueden apreciar.
¿Me lo traes?
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