La Europa de Steffani: pura
intoxicación entre política y religión.
Pues sí, poder político y
religioso de la mano, dos esferas de poder bajo una misma dirección. A fines
siglo XVII y comienzos del XVIII Europa mantenía un sistema que se ha venido en
llamar Antiguo Régimen. Dicho régimen se caracterizaba por la monarquía
absoluta y la sociedad estamental.
Tres ideas básicas sobre la época:
Antiguo Régimen (estructura económica,
social y política previa a la Revolución Francesa y la las revoluciones
liberales europeas del siglo XIX caracterizada por: economía de base agraria,
dominio de la artesanía en la industria, modelo demográfico antiguo, sociedad
estamental, monarquía absoluta y una gran influencia de la religión en la vida
de las personas y en la cultura, la educación y el arte) Monarquía absoluta
(desde el punto de vista político, el rey
tenía un poder absoluto. La monarquía era de carácter divino, concentraba todos
los poderes en la persona del rey y no rendía cuentas a nadie. En consecuencia,
los gobernadores eran súbditos, que no gozaban de ningún tipo de derecho) Sociedad
Estamental (sociedad caracterizada por su
desigualdad civil ya que estaba dividida en dos grupos bien diferenciados: los
privilegiados (nobleza y clero) y los no privilegiados (estado llano o tercer
estado). Se trataba de una sociedad cerrada, en la que cada hombre o mujer
pertenecía a un orden o estamento, según su nacimiento y era prácticamente
imposible el ascenso social)
En este ámbito socio-político,
además hay que diferenciar el norte de Europa, ya declaradamente protestante,
del sur,
católico combatiente. Y ahí es donde encaja Steffani. Steffani es un ejemplo
divino, religioso y diplomático, de hombre que refleja su época. Además, es completísimo por ser músico ¿o era más clérigo
que músico? ¿Músico que diplomático? ¿Diplomático que músico? Un personaje
enredado y contaminado por todas las esferas de lo público y manteniendo la más
persona, la música, quizá la más reservada. ¡Qué casualidad, por la que le
conocemos!
Y ¿por qué me explayo un tanto
aquí? Me parece que enclavar al personaje central de la novela en su contexto histórico ayuda a ver toda su dimensión. Bien colocado en las esferas del
poder eclesiástico católico, por un lado, y super relacionado en la política
terrenal de los principados alemanes protestantes. Y
ahí le mandan a S. a conquistar las voluntades teutonas. Embajada religiosa,
apostólica y romana, pero con aspiraciones de poder político, no nos engañemos.
Todo en el mismo pack. ¡Esos germanos díscolos y levantiscos qué van a su aire!
Y en medio de tan altas empresas,
el bueno de S., en sus ratos libres, rimando notas y componiendo sonatas. Todo
un personaje.
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