CUANDO LO ARTÍSTICO ES LO COTIDIANO
Viajaría en el tiempo al tocar
con las yemas de los dedos la vieja piedra. Derecha a la Roma antigua. Me
sentiría transportada por la magnificencia de plazas y edificios que se empeñan
en avasallarme con su indiscutible porte. Completamente en estado de k.o.
quedaría al poder convivir a diario con
obras artísticas declaradas patrimonio de la humanidad, trabajos artísticos
irrepetibles. Sin darle mayor importancia, como parte del mobiliario urbano o
incluso doméstico.
Pero es que además, en Roma el
paso del tiempo, que deteriora y distorsiona las formas, ha trabajado aportando
a calles, plazas, edificios... pátina de
respetabilidad, madurez bien entendida y gran porte. Aquello de que “la arruga
es bella” se cumple en esta ciudad. Incluso en lo imperfecto, abandonado,
maltrecho, se encuentran destellos de belleza, de lo que fue, de la delicadeza
y habilidad con que se ejecutó, del resultado espléndido que se consiguió. Pues
bien, allí está esa esencia, únicamente hay que saber mirar más allá de lo
evidente. (Find The Great Beauty of Rome)
Sé muy bien que el dinero, el
poder o la belleza, no dan la felicidad, pero ¡repámpanos! posibilitan el serlo. Y si
no ¿quién es capaz de decirme que una terraza no es más que una terraza cuando
la del prota se asoma al Coliseo y la mía a la fachada del vecino? Esencial, vital, no es, cierto, pero igual tampoco.
Así que estaría encantada de hastiarme de
deambular por algunas de esas villas y
palacios de ensueño, que no puedo creerme que fueron hechas para ser habitadas,
más bien para ser admiradas, y tratarlas de tu a tu como hace el prota. (Villa Borguese, Parte I, Parte II ) (Plaza Navona)
Respiraría complacida el aire
fresco del Renacimiento con Bramante, ese bendito Humanismo y Renacimiento que
nos dio un empujón catapultándonos hacia el futuro mirando hacia el pasado. Y
para acabar, comenzaría por el principio, los restos del Imperium romanorum,
gloriosos en su decrepitud (Coliseo, termas, acueducto)
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