libro
LABORES HECHAS CON DISCRECIÓN
Ojo a este comienzo “Me llamo Serena Frome () y hace casi
cuarenta años me encomendaron una misión secreta del Servicio de Seguridad
británico. No salí indemne. Me despidieron dieciocho meses después de mi
ingreso, tras haberme deshonrado y haber
arruinado a mi amante, aunque sin duda él colaboró en su perdición.” Con un
comienzo
tan embaucador como éste ¿quién se resiste? He caído de hoz y coz en las redes de Ian
Mcewan. ¡qué seguro debía de estar de poder atrapar al personal con un inicio
en el que desvela el final! La historia
gira en torno a Serena Frome, joven estudiante de Cambridge, que es reclutada
por el M15 en el Londres de 1972. Debe ayudar a escritores, que sin ser
conscientes de ello, contribuyan a combatir al comunismo con su trabajo
editorial. Su vida se complica, algo más todavía, cuando entra en contacto con
el escritor Tom Healy. Reconozco que el combinado que supone mezclar una trama
de espionaje, una prota. con pasión compulsiva por la lectura y un momento
histórico movidito como la
Inglaterra de principios de los años 70, todo ello bien mezclado
con la sal y pimienta que le aporta el trasfondo de la Guerra Fría , me parece
sumamente apetecible. Dicho y hecho. Digestión hecha.
El hombre, desde que el mundo es
mundo, siempre ha espiado a su vecino. Por todo tipo de motivos, con la
tecnología a su alcance y con repercusiones variables. Pero lo ha hecho. Aquí,
Mcewan nos lleva a los años de la Guerra Fría. Es una de las épocas de nuestra
historia reciente que más se ha espiado y sobre la que la literatura y el cine
se han volcado sin disimulo y con mucho placer. Por esto último, tenemos en la
cabeza el tipo-base de espía fuerte, duro, frío, ambicioso, resolutivo y exitoso. Vamos un James Boon que
incluso cae bien en cualquiera de sus versiones. Sus aventuras son fabulosas y
él siempre está a la altura. Me da que la realidad, en muchas, muchas ocasiones, dista de esta vida tan atractiva. Por no hablar de sus relaciones
sentimentales, un amor en cada puerto o misión.
Disfrute y portazo, sin lazos ni trabas, un jolgorio. Pues nuestra
Serena Frome, tiene pocas de las características del espía tipo y su misión, a
priori, no sería de las de coger la maleta cada semana y afanarse en salvar al
mundo. Mcewan, nos presenta un espionaje pelín desmitificano y seguramente
más real. El inicio de Serena en el MI5 “Del
mismo modo que a un recluta del ejército lo obligan a asumir su nueva vida
pelando patatas y restregando la explanada del desfile con un cepillo de
dientes, yo me pasé los primeros meses compilando listas de miembros de sedes
provinciales del partido comunista de Gran Bretaña y abriendo expedientes sobre
todos los que todavía no estaban fichados” Mucho glamour no veo yo, aunque
tratándose de espías, el precio que paga el protagonista siempre está ahí.
¡Qué forma de leer! ¿Leer o
devorar? Con el paso del tiempo y de las páginas se depura y agiliza el
mecanismo de la lectura, pero creo que lo de la prota supera a la media de los
que se consideran buenos lectores. Lectura en diagonal, dos líneas a un
tiempo... pero aún y con eso ¡qué velocidad! Si yo pudiera... acabaría con mis
listas de espera pero no sé si no acabaría haciendo un refrito de personajes,
situaciones y tramas que anularían los avances hechos. Por ahora me conformo
con leer cada vez más rapidito pero me concedo la gracia de poder releer un
párrafo que me ha gustado. Eso sí, si el libro no avanza o no está a la altura
y se cae de las manos... lo dejo caer, la vida es breve. Se puede leer por
muchos motivos. Por pasar el rato, por conocer, divertirse, viajar, sentir, por
evadirse, por curiosear, por
costumbre... Serena dice “Leer era mi
manera de no pensar en las matemáticas. Más aún (¿o quiero decir menos?), era
mi forma de no pensar” Salir corriendo de la propia realidad y trasportarte
a otra, bien. También es una buena razón. Yo las asumo casi todas ¿Y qué decir
del catálogo de escritores que desfilan por las hojas de la novela? A. Solzhenitsyn, Ian Fleming, Orwell, Winston Churchill, G.M. Trevelyan, Malcon Bradbury, A.S. Byatt,
Willian Trevor, Byatt, Drabble, Mónica
Dickens, Elizabeth Bowen...Una muestra, hay más. Lamentablemente no estoy muy
fuerte en literatura inglesa, algo que se puede remediar teniendo este
despliegue de autores delante, puede que me anime. Reconozco que con esta
carencia me pierdo algo de lo que para el autor es importante. Está rindiendo
homenaje al oficio de escribiente, a los mundos paralelos que se construyen con
esto de juntar letras, a las posibilidades de conocimiento, de escape y de
sueño. Aunque no es gratuito el reconocimiento, hay un precio y algunos autores
lo pagan. Bueno no digo más. Se respira literatura desde el principio hasta el
final.
Siempre encuentro cosas
(descripciones, reflexiones, situaciones...) que están en el libro cumpliendo
su papel, pero que se pueden disfrutar en por separado, a sorbos: las cosas
impares que me gustan. Aquí
va alguna.
La
seducción del madurito, experimentado y poderoso “Podían ser encantadores y hasta ingeniosos, y el tufo de puros y de
brandy que arrastraban conferían al mundo densidad y orden. Tenían un alto
concepto de sí mismos pero no parecían deshonestos y poseían, o daban la
impresión de poseer, un intenso sentido del servicio público. Se tomaban en
serio sus placeres (el vino, la comida, la pesca, el bridge, etc) y era patente
que algunos habían librado una guerra interesante.” Menuda radiografía de
una categoría de hombre.
El
inglés riéndose de sí mismo. El estilo del periódico Times : “ A primera vista, la
prosa se asemejaba a un problema de ajedrez. Así me enganchó. Admiraba aquellas
declaraciones rotundas y altaneras sobre cuestiones de interés público. Las
opiniones eran un tanto opacas y nunca estaba de más una referencia a Tácito o
Virgilio. ¡Tan maduros! Yo pensaba que cualquiera de aquellos escritores
anónimos era apto para ser el presiente del mundo.”
Bonito.
“Al clarear me convencí de que el
cansancio me había nublado la memoria, que había confundido la intención con el
acto, que había dejado el libro sin el marcador. Me había asustado mi propia
sombra. La luz del día parecía entonces
la manifestación física del sentido común.”
Sugerente
“Contemplar cuadros con un desconocido es
una forma discreta de exploración mutua y ligera seducción”
Sobre
algo que todavía se desconoce. “Edgard
Thomas. Y el poema..., un texto dulce y anticuado. Muy poco que ver con los que
causan revoluciones poéticas. Pero es precioso, uno de los más famosos y más
admirados de la lengua. Es maravilloso
que no lo conozcas. ¡Te queda tanto camino por delante!” La envidia que
da una persona que no ha visto, leído o experimentado algo, mientras que uno ya
ha pasado por ese momento maravilloso, y
sabe que no se va a poder repetir con esa intensidad.
Temas interesantes que asoman
al libro (Sin explicaciones únicas) “Aquí
estaban el lujo y los privilegios de los hombres bien alimentados que se
mofaban de todas las esperanzas de progreso ajenas. T. H. Haley no debía nada a
un mundo que le nutría bondadosamente, que le había educado con generosidad, no
le había enviado a ninguna guerra, le había conducido hasta la edad adulta sin
rituales de terror ni hambre ni miedo a los dioses vengativos, que le había dotado de una bonita pensión a los
veinte años y no ponía límites a su liberad de expresión. Aquello era un
nihilismo fácil que nunca dudaba de que todo lo que habíamos hecho era una
porquería, nunca pensaba en proponer alternativas, nunca extraía esperanza de
la amistad, el amor, los libres mercados, la industrial, la tecnología, el
comercio y todas las artes y ciencias” Ian Mcewan se muestra ácido, crítico, ante una
generación que lo ha tenido más fácil que sus padres y no es capaz de separar
lo bueno de lo malo, de reconocer y agradecer lo logrado y trabajar para
cambiar lo mejorable. Siempre habrá cruzadas por las que luchar ¿y ganas?
Mcewan también me deja pensando,
¿hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar por ambición personal o triunfo
social? Otro de esos temas filosóficos, éticos y cotidianos a un tiempo, a los
que contestaríamos teóricamente y la realidad, tal vez, nos haría desdecirnos.
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