Imperdibles
CALIDAD
SIN FECHA DE CADUCIDAD
Me he comprado una nueva
lavadora. Es perfecta. De línea moderna, gran capacidad y programada para ser inteligente. Puedo combinar temperatura, revoluciones,
centrifugados, aclarados, tiempo… casi, casi hasta el infinito. Estoy rendida
ante sus grandes capacidades. Eso sí,
nadie da un céntimo por ella pasados dos años. Después de ese tiempo, los
ingenieros creadores de tal maravilla, no ponen su honor encima de la mesa diciendo
que su criatura no tendrá ningún problema de diseño o funcionamiento óptimo, la garantía a todo riesgo desaparece.
Todo esto, que únicamente tiene un
interés doméstico, me vino a la cabeza, hace algunos días, al escuchar que un
joven músico español, el violonchelista Pablo Ferrandez, gracias a su
gran talento, había conseguido disfrutar de la experiencia que supone
interpretar música con un Stradivarius. Mis felicitaciones al joven músico, que
al fin y al cabo es la gran noticia que entiendo hay que celebrar. Podrá saborear el sonido del violonchelo “Lord
Aylesford” de 1696, uno de los Stradivarius más antiguos que se conservan.
En un primer vistazo, el asunto
de la lavadora y el Stradivarius, no tienen nada que ver, lo sé. No obstante, me encontraba leyendo esta noticia mientras
veía trabajar a mi nuevo electrodoméstico. Mi cabeza, sin mi permiso, unió los
dos términos e hizo la comparativa. ¿Cómo un instrumento musical hecho
hace más de 300 años, sigue siendo
insuperable en su categoría? ¿Qué calidad y maestría se empleó en su
fabricación? ¡Qué garantía en su rendimiento!
Y claro, de la anécdota, sin
darme cuenta, me deslicé peligrosamente hacia la categoría. Esta sociedad de
consumo, que tan trabajosamente hemos construido entre todos, cada vez nos lo
pone más difícil para vivir acorde con el natural ritmo biológico. ¡Todo cambia
tan rápido! No tengo ni tiempo ni dinero para reaccionar. Te paras un instante
a descansar, y ya te has quedado desfasada. Lo entiendo. Son los mecanismo de
la sociedad de consumo los que empujan a fabricar cada vez más, mejor y más
rápido (parece el lema de las
Olimpiadas) Por ese camino, cambiamos
incesantemente nuestra tecnología de andar por casa, para poder seguir
consumiendo. Es el peaje que hay que pagar por estar siempre en la cresta de la
ola. Se puede pensar, que en clave tecnológica, el cambio incesante y el ansia
de mejora son presupuestos básicos y necesarios. Pero
¿ya no cotizan al alza las cosas bien hechas con afán de perdurar? Perfección y
durabilidad. Parecen una pareja mal avenida si lo aplicamos a la mayoría de las cosas que
construimos hoy. ¿Dónde puedo encontrar un coche,
un electrodoméstico, robot… que funcione dentro de 300 años? Bueno, 100.
¿50? Como tengo pocas esperanzas de
llegar a ninguna parte por ese camino, me propongo disfrutar del Stradivarius
“Lord Aylesford”, del talento de Pablo Ferrandez, y de apreciar las cosas bien
hechas allí donde las encuentre.
Prokofiev Sinfonia Concertante op. 125 in e minor 3rd Movement
Pablo Ferrández - Concert No. 2
for cello and orchestra / Haydn - Sergio
Alapont – ORTVE
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