Imperdibles
MUCHO MÁS QUE EL VALOR DE UN CÉNTIMO
Somos uno de los países más
ruidosos y bullangueros del mundo. Alegres y sociables, sí. Constantes y
perseverantes, algo menos. La mezcla de
querencia por el ruido y la poca predisposición a la constancia nos echa a perder
cuando se trata de reclamar nuestros derechos o simplemente cuando se trata de
reclamar algo para mejorarlo. ¿Cuál es nuestra conducta, en líneas generales, cuando vemos algo mal hecho o defectuosamente ideado? ¿Reclamar por escrito vía quejas? ¿Y qué me dices de las asociaciones de consumidores…? que para eso
están Bueno, ¡qué cantidad de molestias¡ Con lo fácil que es apabullar al
primero que esté al frente de la correspondiente ventanilla, imagen de la
empresa o servicio que hay que reclamar, pero que no tiene ni remota la idea de
lo que le estás contando o/y ni posibilidad de solucionarlo. Y lo bien que lo
pasamos solidarizándonos, en las conversaciones de patio o café, contándonos
los unos a los otros las tropelías que nos ocurren.
Por desidia, dejadez, ignorancia
y/o porque no nos lo ponen excesivamente fácil, el resultado es que nos
quejamos adecuadamente poco y la defensa efectiva de nuestros derechos se
produce en muchos menos casos que los que debiera. Nos quejamos como los niños,
mucho ruido, pataleta y hasta la próxima.
Pues bien, está llegando el
cambio. Estamos empezando a reconducir la ira, el malestar, la chapuza o la
injusticia por el camino apropiado. Arremangarse, molestarse y jugársela. El
caso del céntimo sanitario es un ejemplo espléndido. Una injusticia, o cuando
menos un manejo raro de impuestos y finanzas hecho por los de arriba. La cosa
pinta mal cuando se trata de enmendarle la plana a los superiores. No obstante,
una empresa, Transportes J. Besora de Tarragona,
a la que se unen otras del sector del transporte, convenientemente asesoradas,
se animan a llegar hasta el final. La Comisión Europea ,
en 2009, ya había dictaminado sobre la ilegalidad del céntimo sanitario
recomendando la retirada del impuesto. España hizo caso omiso, ya se sabe, eso
de las recomendaciones… Y entonces es cuando la “queja” de los agraviados llega
hasta las últimas consecuencias y gana.
No tengo ninguna esperanza de que
se desagravie a todo el mundo afectado, que somos casi todo el país, aunque
sería lo obligado. Pero me alegro de que algunos colectivos lo consigan y de
que se paralice el abuso para los particulares. Se le ha metido un gol por toda
la escuadra a nuestros administradores, tan inmunes ellos cuando obran bajo el
paraguas de la administración con mayúsculas, y eso tiene gran relevancia.
No veo otro camino mejor para preservar la democracia que exigir
el cese de abusos y plantear la asunción de responsabilidadades. Aquello de
combatir a gigantes, que tanto le gustaba a Don Quijote, acaba bien cuando se
hace con cabeza, persistencia y ánimo. Y si no se llega al objetivo deseado, el
hecho de emprender el camino, de exigir que las cosas se hagan bien, ya es en
sí un éxito.
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