LA FIESTA DE LA CODICIA,
SEGÚN MR. SCORSESE
Todo lo que firma Scorsese, lleva sello de calidad, nunca deja indiferente, y su última peli, “El
lobo de Wall Street”, es otro ejemplo más. Hay un buen puñado de aspectos de la
peli que hablan de la forma que tiene Martin Scorsese de entender el cine y que
me encantan.
¿Cómo consigue ese ritmo
narrativo vertiginoso? Narración a ritmo de jazz, rock, pop, hip hop…,
sin respiro, sin pausa. Sin darte cuenta estás
viviendo el stress, la agitación
y el nerviosismo del prota. Me deslizo por el tobogán vital y vertiginoso del
hiperactivo prota. Rápido e intenso, qué la vida es breve. Plano tras plano, bien cosidos y encadenados. Y para lo que ya
no vamos a digerir visualmente, las voces en off,
marca de la casa, que nos añaden un plus de información. En esta
ocasión, incluso Dicaprio se dirige con desparpajo a nosotros para contarnos,
de cuando en cuando, su historia, ¡y no chirría!
Siempre en el filo de la navaja,
entre la tragedia
y la comedia. Esas escenas “made in Scorsese”, habitualmente
alrededor de una mesa, entre bocado y bocado, en las que se discute sobre como
estafar a alguien o darle el pasaporte definitivo, según convenga, entre toques
del más refinado y divertido absurdo. Balanceo magistral entre el maravilloso
humor de lo mundano y los más bajos instintos de nuestra animalidad. Hay dos
escenas geniales a este respecto. El diálogo entre Leonardo DiCaprio y Matthew
McConaughey, al comenzar la película, es una declaración de intenciones de lo
que será la historia. La otra, cómo el
personaje de DiCaprio recluta al grupo de compañeros de trabajo que comenzarán
con él su gran aventura. Para no perdérselas.
El gusto por la elegancia. Pero
¡qué trajes
se gasta el colega! Ni uno solo de los placeres que se consiguen con dinero
están fuera del menú del lobo, y el bien vestir es uno más. No sé si el cuidado
en el vestir es original del personaje en el que se basa la historia o si es
cosa de Scorsese. Me decanto por esto segundo, pues no hay mas que fijarse en
los trajes y corbatas, a todo lujo, que despliega en “Casino” De Niro, por
ejemplo. Pues aquí, Dicaprio, y alguno de sus colegas, no le van a la zaga.
Y por supuesto, la música.
Otro aspecto muy mimado por el director. Trepidante como la montaña rusa vital
en la que está el prota, repartida a lo
largo de toda la historia y muy bien
colocada.
Las actuaciones de los papeles
principales, como siempre y como no podía ser de otra manera, geniales. No he
visto 5 minutos mejor empleados delante de una cámara que los de Matthew
McConaughey. De DiCaprio, nada que decir. Nos está mal acostumbrando poniendo
el listón tan alto. Está claro que Scorsese se sabe rodear de lo mejorcito:
Robert de Niro, Joe Pesci, Daniel Day-Lewis, Matt Damon, Ray Liotta, Paul
Newman, Tom Cruise…
Hay que fijarse en DiCaprio, el líder.
Como si de un general se tratara, intentando enfervorizar a sus tropas para que
estén dispuestas a entregar su vida por la causa, o como sucede aquí, para que saqueen sin compasión a todo aquel
que cae en sus redes. ¡Qué poder el del líder capaz de conducir a la masa, que
por serlo se suele volver pelín boba y sin voluntad propia! ¡Qué peligro y que
virtud a un tiempo!
He oído y leído a algún crítico
cinematográfico que recriminaba a Scorsese su falta de posicionamiento crítico ante
personajes como el que nos relata ¡por favor, un poco de moraleja! No sé si
nuestro director ha querido plasmarla, posicionarse o evitarla. Quizás
considere a los espectadores lo suficientemente maduros como para sacar sus
propias conclusiones, que el exponer el relato baste por si mismo. Desde mi
punto de vista hay al menos una secuencia, el policía volviendo a casa en
metro, en que veo intencionalidad por parte de Scorsese. No obstante, si que
creo que hay un intento de evitar juicios éticos sobre el personaje y su
relato. No obstante, seguirle en su ascenso y caída, y contemplar
lo barato que a algunos delincuentes les cuesta serlo, ya es por sí mismo
bastante crítico con la sociedad que, pasito a pasito vamos creando entre
todos, y que lo permite. Unos por acción y otros por omisión. Si tengo que ponerle un pero a la historia, no es
otro que el hecho de que me ha contado poco. He echado de menos un poco más de
enjundia argumental, para otra ¿vale Scorsese?
Película basada en hechos reales del
corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de
los años ochenta, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño
americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante
no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena
comisión. Su enorme éxito y fortuna cuando tenía poco más de veinte años como
fundador de una agencia bursátil le valió el mote de “El lobo de Wall Street”.
Dinero. Poder. Mujeres. Drogas. Las tentaciones abundaban y el temor a la ley
era irrelevante. Jordan y su manada de lobos consideraban que la discreción era
una cualidad anticuada; nunca se conformaban con lo que tenían. (FILMAFFINITY)
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