¿Qué tienen en común las matemáticas, la economía, la política y el factor humano? Pregunta de concurso sin premio.
El pasado
24 de mayo murió el matemático John Nash en un accidente de tráfico. Nash tenía
en la vitrina del comedor de su casa el premio Nobel de Economía y el Abel de
Matemáticas, entre otros, es decir, fue uno de esos tipos imprescindibles y un
gran desconocido para una parte bastante abultada de los mortales. Su salto a
la fama en los mass media se produjo
con la peli. de Ron Howard “Una mente
maravillosa” 2001 (un voto a favor de ese cine “al negocio a través de la
divulgación”, con sus más y sus menos; en este último años he conocido al menos
de oídas a Alan Turing, Descifrando
Enigma, 2014 y a Stephen Hopkins, La
Teoría del Todo, 2014, me falta
Einstein), entonces le conocí yo también, lo confieso.
Ojeando
en prensa una de las aportaciones de Nash que más eco mediático han tenido me
he topado con la Teoría de juegos y el “Equilibrio de Nash”. El ejemplo más
divulgado es el caso del prisionero
Apreciada
la agudeza del caso, vuelvo al encadenamiento que relaciona números, su
aplicación, el poder y las relaciones humanas.
Nash fue
matemático, uno de estos tipos geniales que cuando observa el mundo su interés
está concentrado en descubrir cantidades, patrones, parámetros verificables,
códigos ocultos perfectos e inalterables, en definitiva, toda una realidad que se crea
para nosotros a la vez que se descifra. Bien, el primer eslabón de la cadena es
pues, la ciencia matemática.
De ahí
pasamos a la ciencia económica. Esa transición está fielmente atestiguada por
la utilización que hace ésta de la teoría de juegos de Nash. El trasvase es
bastante lógico, los números son herramienta básica también en la ciencia
económica.
Nuevo
eslabón y llegamos a la ciencia política. El político también se hace eco de la
matemática y de la economía. Uno de los últimos y más claros ejemplos es Yanis Varoufakis. Varoufakis es el ministro de Finanzas griego
que se ha declarado amante de la teoría de juegos y que ha intentado, con
escaso éxito, llevar a buen puerto las negociaciones entre su país y Bruselas.
Líneas rojas, zonas de entendimiento, escenarios improbables… toda un
jerga de gran nivel para acabar mirando de reojo a las matemáticas mientras
practican una partida según las reglas de la teoría de juegos, ¿si, no? Los
políticos participantes parecen enrocados en el “si yo gano tú pierdes” o “si
yo pierdo tú ganas”. Si no he entendido mal, según el “Equilibro de Nash” la
solución colaborativa es la más exitosa para ambas partes. ¿Entonces? ¿Además
de no hacer ni caso a los profesionales en estos temas, los “jugadores” han olvidado
que detrás de los números hay personas cuantificables pero sobre todo cualificables? Después y todo va a resultar que las inamovibles
y frías matemáticas de Nash acabarán
siendo más fraternales y acogedoras que el factor humano.
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