Película
A LA MANERA
DE SPIELBERG
Me
reencuentro con Spielberg y hacía ya tiempo. Así, sin pensarlo,
he caído en la cuenta de que Spielberg lleva un montón de años
entreteniéndonos, conmoviéndonos o apesadumbrándonos, según el
tema que en cada momento elija. Cuando nos proponía las aventuras
de Indiana Jones, yo he sido la primera en ir de la mano de arquetipo
de arqueólogo maravillosamente irreal. Si se trataba de conmover o
denunciar, me quedo con Salvar al soldado Ryan y La lista
de Schindler. Si se quiere ver el miedo y el horror de una
situación suicida, sin sentido, la primera parte del desembarco de
Normandía es impresionante. Estoy segura de que no se ha rodado nada
similar. Y en cuanto a la denuncia del genocidio judío por parte de
los nazis, personalmente después de ver La lista de Schindler me juré
no volver a ver nada más relacionado con la barbarie nazi. Con el
despliegue crudo de la mirada de Spilberg me basta y sobra. Aunque si
tengo que ser sincera, y por ponerle un pero a este fantástico
contador de historias, le achacaría los finales lacrimosos o
excesivamente edulcorados. ¡Ay, Ay! Pelín blandito, se pone a veces
Spielberg. No obstante, y aún en los momentos más tiernecitos,
siempre hay en sus películas partes de absoluta genialidad.
En esta
ocasión se narra una historia basada en un personaje real enclavada
en la guerra fría. No es una película de espías sino de como los
gobiernos negociaban con ellos en una situación política muy
inflamable, utilizándolos como moneda de cambio. Un intercambio de
"espías". Es James Donovan, abogado de Brooklyn el que
acaba metido en una negociación entre la URSS y Estados Unidos para
intercambiar un espía ruso por un piloto americano capturado
mientras realiazaba misiones de espionaje.
El puente de
los espías me ha demostrado cómo se puede hacer una narración a
través de una sucesión de imágenes, de detalles, de ritmo suave y
ágil al mismo tiempo, secuencias encadenadas que te llevan, te
introducen en la historia sin necesitar la palabra. La primera parte
de la película es la demostración de qué hay que hacer para narrar
una historia a la manera de .... Una forma muy personal de entender
la imagen y el ritmo al servicio de la narración. La persecución en
el metro y en la calle inicial,la sucesión de actos aparentemente
anodinos que le sigue... cine del bueno.
Otra cosa
fabulosa, los interiores. El mimo en las ambientaciones; la elección
de objetos; el detalle en el espacio pequeño que acompañan a los
protagonistas y narra con ellos; la iluminación que destaca u oculta
remitiendo al tenebrismo barroco que jugaba con el espectador
desplegando todos sus capacidades en los lugares hábilmente
iluminados (el interrogatorio en blanco del principio entre el
protagonistas y el acusado)
Los actores
siempre resaltan y prestan su personalidad al personaje, como
entiendo que hay que hacer, bajo la batuta de Spielberg. Tom Hanks,
siempre elegante y correcto, siempre entre la encarnación del hombre
común y el héroe que todos deberíamos llevar dentro. En esto
último es en lo que reside la magia de Tom Hanks. Pero quien me ha
hechizado ha sido el espía ruso, Mark Rylance. Otro tipo corriente
con una fuerza interior y una determinación insospechada y
magnífica. Bien pues Rylance transmite eso y más.
El hecho de
que esté basado en un personaje y suceso real, añade un plus y
automáticamente me abre el apetito de saber más del personaje y la
época. ¿Nos ha dicho Spielberg la verdad y toda la verdad? ¿Dónde
acaba lo real para comenzar la ficción?
No hay comentarios:
Publicar un comentario