31/10/15

Historia 35. Un día perfecto

Historia
MUY PERO QUE MUY COMPLICADO
Aún sabiendo que la premisa es falsa, la realidad se empecina en demostrarnos la existencia de zonas que parecen malditas, lugares que  soportan una inalterable condena, un abocamiento al conflicto permanente, secular, a la guerra fratricida. En nuestra civilizada y cultísima Europa, tenemos una de estas zonas de confluencia de ira atemporal, los Balcanes. El conflicto en Kosovo formó parte de las guerras que entre 1991 y 1999 desintegraron Yugoslavia.

“Los analistas extranjeros, esforzándose por explicar unas masacres y una contienda civil de una magnitud inédita desde 1945 habitualmente han propuesto dos explicaciones contradictorias. La primera ( ) presenta los Balcanes como un caso insoluble, un hervidero de misteriosas pendencias y odios ancestrales. Yugoslavia estaba condenada. Se componía, según una conocida ocurrencia, de seis repúblicas, cinco naciones, cuatro lenguas, tres religiones y dos alfabetos, todos ellos sujetos por un solo partido. ( ) Siguiendo una interpretación contraria ( ) la tragedia balcánica era en gran medida culpa de extranjeros. Gracias a la intervención exterior y las ambiciones imperiales, durante los últimos dos siglos el territorio de la antigua Yugoslavia había sido ocupado, dividido y explotado en beneficio de otros: Turquía, el Reino Unido, Francia, Rusia, Austria, Italia y Alemania. ( ) Sin embargo, la desmembración de Yugoslavia ( ) fue obra del ser humano, no del destino. Y la abrumadora responsabilidad de la tragedia yugoslava no residía ni en Bonn ni en ninguna otra capital extranjera, sino en los políticos de Belgrado”
Tony Judt, Postguerra.


                      

                      

No hay comentarios:

Publicar un comentario