30/10/14

Historia 23. La gran seducción

Película


UNA GRAN ILUSIÓN

¿Será cierto que hay que tocar fondo para resurgir? Ya, ya… el cambio es fantástico, modificar costumbres, alterar rutinas, retoques vitales aquí y allí. Perfecto, pero que el cambio no llegue hasta los cimientos. Y es que somos animales de costumbres. Nos gusta salir del día a día para volver rápidamente a él. Siempre hay espíritus inquietos que hacen del cambio y la diversidad su rutina, y haciéndolo marcan la diferencia, pero me temo que no son la norma. Claro, la vida rutinaria tiene sus ventajas. Nos proporciona seguridad, calor, nos adelanta placeres ante la certeza de que llegarán. Hasta puede que la rutina sea una adaptación evolutiva. Pero ¡corcho!, reacción, que con demasiada frecuencia nos acostumbramos y acomodamos en la chapuza y aceptamos situaciones lastimosas por miedo al cambio, a ir a peor. El prota. de la peli tiene que tocar fondo para despertar y ver la necesidad de arremangarse y  dar un manotazo en la mesa para que las cosas empiecen a cambiar. En ocasiones los cambios son relativos, aunque en su apariencia sean transcendentales, Lampedusa decía en su obra El gatopardo “todo tiene que cambiar para que todo siga igual”, pero aun así, es necesario trabajar por el cambio.

Y con este punto de partida, nos metemos de lleno en la historia de un pueblecito costero canadiense que necesita encontrar un médico para que todo cambie y así, pueda seguir igual. Este médico es imprescindible para que una fábrica se instale en la zona y cree los puestos de trabajo que necesita el pueblo. Murray French (Brendan Gleeson), apoyado por todo el pueblo, va a llevar a cabo la gran seducción e intentará hacer que Paul (Taylor Kitsch), el médico, se quede entre ellos.

La historia trágica que está en segundo plano es la lacra del paro que aniquila económica y psicológicamente al que cae en sus redes. Acaba con proyectos, posibilidades, afanes y autoestimas de todo el que toca, y como si de un virus se tratara, cuando contagia a un colectivo, se propaga haciendo languidecer poco a poco a una población hasta hacerla desaparecer. Pero teniendo este tema como telón de fondo, Don Kckellar ha hecho una película divertida, una comedia con mil y un toques de humor que aparecen tanto en los personajes  como en las situaciones. Diálogos, personajes y peripecias que te mantienen con una sonrisa en la boca, a pesar de que la tragedia corre paralela. La peli está en la línea de ese cine británico que despliega toda su capacidad humorística para contarnos una situación dramática, a la manera de, por ejemplo, Full Monty. ¡Un hurra por este humor!

Escenas para no perder detalle.
Todo el pueblo intenta convencer al médico de que el criket es el deporte más practicado y seguido entre ellos. Tanto la preparación como el desarrollo de la prueba son geniales. Aunque no le va a la zaga la secuencia de dos telefonistas espía que quedan totalmente descolocadas ante alguna de las conversaciones del médico con su novia.

Personajes e interpretaciones que construyen.
Brendan Gleeson y Gordon Pinsent son el armazón de la peli y están perfectos, pero el resto de los secundarios tienen su personalidad propia y están impecablemente dibujados. Los secundarios siempre redondean una obra y aquí funcionan como piezas bien engranadas dentro de un mecanismo.

Factura luminosa. Días claros, aguas transparentes, casas coloristas. Dan envidia esas vidas sencillas y tranquilas en ese entorno luminoso filmando con tanto mimo ¡Con el frío que debe hacer y lo que tiene que llover¡

Secuencia a secuencia el director,  Don Kckellar, nos propone algunas situaciones de puro disparate y consigue que las vemos con naturalidad, como parte perfectamente racional de un plan perfecto. El ritmo no decae ni se para y admitimos lo difícil como posible.

Inicio y final.
La peli comienza situando la historia en el pasado, la memoria, del protagonista. En un tiempo no muy lejano pero que ya ha desaparecido. Lo hace de forma muy poética, con imágenes bellas, en clave lírica. El final, enlaza con este principio, en el mismo tono, y redondeando la historia. Y aunque la opinión del prota. sobre la necesidad de marcarse propósitos en la vida y llevar una existencia sencilla y digna, parezca tópica o incluso ñoña, no por eso deja de ser cierta. La dignidad de lo sencillo bien hecho.



Historia 23. La gran seducción

Historia

A CERCA DE TERRANOVA

Tickle Head (Newfoundland-Terranova) es el escenario de La Gran Seducción. Lo cierto es que la localización geográfica de la historia podría muy bien ser otra. El mundo está lleno de pequeños lugares rurales con una población envejecida y escasas posibilidades de desarrollo económico, que vieron tiempos mejores y que están a punto de tirar la toalla y agonizar sumidos en el encanto natural de una geografía privilegiada. Pero la peli se fija en un pueblecito de Terranova, y en el afán de curiosear y enredar, he buceado un poco por Internet para llegar a la conclusión de que no hay una avalancha informativa sobre la historia de esa zona. Desde luego no es trending Topic, o esos lugares nos pillan un poco lejos a casi todos o bien no han tenido lugar, a lo largo de su historia, grandes convulsiones políticas (puede que hasta eso sea algo bueno).
No obstante, de mi vagabundeo internauta he sacado algunas conclusiones. Primero, la historia antigua de Terranova es tan interesante como dudosa. Y con esto me refiero a las primeras noticias que tuvimos los europeos de esa isla azotada por vientos e inundada de nieblas. Esto sucedió cuando nos dio por ampliar horizontes y buscar nuevas fronteras norteñas donde pescar y comerciar. Pero no consigo aclararme. Fueron los vikingos, los vascos o Caboto quienes pusieron la pica y su situaron en los mapas? Todos a la vez? Sucesivamente? No se lo contaron a los demás y de ahí viene el lío? En cualquier caso, Terranova ya estaba habitada y sus lugareños no tenían ninguna necesidad de ser descubiertos o contactados. Luego nos enteramos los demás.


Segundo, la proximidad de los caladeros de bacalao le han dado lustre y voz propia a la zona. La riqueza pesquera de sus costas ha hecho que la vida  de sus habitantes girara tradicionalmente en torno a la pesca, circunstancia que queda bien patente en la peli.  Hay numerosos testimonios que atestiguan la dureza y sencillez de la vida de estas poblaciones costeras.

Año 1933

Bacaladeros en Terranova


Tercera. Si alguna vez me dejo caer por aquellos pagos, será en verano. Pura vida, mares salvajes, borrascas y vientos enfadados con todos y con todo. Atracción y respeto ante el espectáculo natural y sus gentes, pero con buen tiempo. 






Historia 23. La gran seducción

Libro


COMUNIDADES MÍNIMAS

Es desolador pasear por un pueblo abandonado. La historia de andar por casa, la de cada uno, la pegada a los huesos y a la piel, esa que no llega a los libros de historia pero que es más real que ninguna otra, se ha detenido. Un corte limpio y profundo en la historia vital de un buen número de sus gentes. Es imposible no pensar en esos hombres y mujeres que habitaron lo que ahora son meras ruinas. ¿Cuántos afanes se perdieron entre estas calles ya desdibujadas? ¿Qué felicidades y desdichas cobijaron estas habitaciones ahora derruidas? ¿Qué cantidad de risas y llantos habrán escapado por esas ventanas ya sin cristales? ¿Lucharon sus vecinos por seguir vivos o bien se rindieron haciendo de la necesidad virtud y dando un vuelco a su existencia cambiando? Ahora ¿Qué más da? La realidad se impone.

Miguel Delibes, Julio Llamazares, Jhong Berger, José Giménez Corbatín se han puesto en el pellejo de los anónimos desarraigados.

MIGUEL DELIBES, El disputado voto del señor Cayo (Áncora & Delfin). 1999
En El disputado voto del señor Cayo, Delibes aborda un tema que es una de las grandes tragedias de nuestro tiempo: el abandono del campo. A uno de los muchos pueblos prácticamente vacíos y en ruinas del norte de Castilla llega un grupo de jóvenes militantes de un partido político a hacer propaganda electoral. Los recibe el señor Cayo, uno de los dos vecinos que quedan en el pueblo. Su vida es casi robinsoniana, su hablar reposado, lleno de una ancestral sabiduría que infunde un hondo sentido humano de su persona. El lenguaje crudo y desenfadado de los jóvenes que le visitan, cultos a veces, inconscientes otras, es el contrapunto necesario para poner en evidencia la distancia que separa dos culturas, dos formas de vivir y de ver el mundo. Una que desaparece sustituida poco a poco por otra


JULIO LLAMAZARES, La lluvia amarilla. Seix Barrall, 2011
La lluvia amarilla es el monólogo del último habitante de un pueblo abandonado del Pirineo aragonés. Entre «la lluvia amarilla» de las hojas del otoño que se equipara al fluir del tiempo y la memoria, o en la blancura alucinante de la nieve, la voz del narrador, a las puertas de la muerte, nos evoca a otros habitantes desaparecidos del pueblo, que lo abandonaron o murieron, y nos enfrenta a los extravíos de su mente y a las discontinuidades de su percepción en el villorio fantasma del que se ha enseñoreado la soledad.
En el pueblo de Ainielle ya sólo quedan Andrés y Sabina. Poco a poco el matrimonio se ha visto obligado a ver cómo los demás habitantes, espoleados por la miseria o por la promesa de un mundo mejor, han abandonado gradualmente las duras condiciones de vida. Una noche, sin embargo, Andrés descubre a Sabina ahorcada en el molino. Ahora ya no queda nadie que pueda llevar con él el peso insoportable del pasado.
 La lluvia amarilla confirma en Llamazares el léxico vivo, preciso y genuino, la autenticidad artística y las dotes de creación de un clima poético y un universo personal que acreditan en él a uno de nuestros más valiosos narradores.(Lecturalia)

JOHN BERGER, Puerca Tierra. Alfaguara, 2011
Un fresco fundamental que traza, con una dignidad y una sobriedad magistrales, el ocaso de los entornos rurales y el inevitable desplazamiento a las grandes ciudades.
Un conjunto de deliciosas historias protagonizadas por hombres y mujeres fuertes e independientes, portadores y transmisores —de generación en generación— de la sabiduría y de los secretos más íntimos de la tierra.
Los duros meses de la cosecha, el alumbramiento de las crías, la llegada de la maquinaria, los largos y fríos inviernos de descanso marcan el ritmo de una prosa contenida pero repleta de amor hacia un mundo eclipsado por la marea de la prosperidad europea del siglo XX. (Alfaguara)



JOSE GIMENEZ CORBATON, El fragor del agua, Institución Fernando el Católico, 2011

Esta novela describe la desaparición de una de las formas de vida del mundo rural aragonés, la de los masoveros, en el marco de los acontecimientos históricos que agitaron las tierras del Maestrazgo durante los años treinta y cuarenta del siglo XX. La edición se presenta desde una perspectiva histórica por parte Mercedes Yu sta, especialista en el maquis y autora del estudio introductorio, y desde una perspectiva literaria por parte de Patricia Esteban, que ha elaborado los materiales complementarios que acompañan a la novela. (Casa del libro)

Historia 23. La gran seducción

Arte
ENTORNO INSPIRADOR


Lo veo, me veo. Amanece y, desde mi cama, a través de la ventana panorámica de mi “cápsula”, distingo un disco solar blanquecino que lucha a brazo partido por hacerse un hueco entre las numerosas nubes que transitan por estas tierras. Nubes gordas y frías que acaban por rendirse ante la fuerza del rey. Sigo aquí, quieta. Y arrebujada entre las sábanas, en primera fila, asisto a uno de los espectáculos más viejos del mundo, amanece. La tierra girando sobre su eje lentamente, me da la oportunidad de ver nacer y crecer al día. Si me acomodo, puede que también lo vea morir. Mientras tanto, entre estos dos extremos, inicio y final de un día, el drama de la vida salvaje. Desde este nido hecho de hormigón, metal y cristal, las fuerzas de la vida, aire, agua, tierra, son el hogar para animales y plantas que pelean diariamente para poder asistir a un nuevo giro de la Tierra.

Pura fantasía. ¡Ya me gustaría a mí que el arquitecto Todd Saunders, me llamara para formar parte de esos privilegiados que pueden disfrutar, durante unos días, de estas arquitecturas situadas en lugares como Terranova¡ El objetivo es que una geografía salvaje, junto con un hogar singular, estimulen la creatividad de los elegidos. ¡Menuda idea!

Cobijos hechos por el hombre intentándose integrar en la Naturaleza, o no, simplemente realzándola al entrar en conflicto con ella. Nada en común con el entorno ni con la arquitectura tradicional de la zona. En esto radica gran parte de su riqueza, en ese fascinante extrañamiento. ¡Qué pena no poder escuchar los posibles comentarios de los lugareños en el bar de  Tickle Head sobre semejantes refugios¡ A buen seguro que después del primer impacto, de aventurar todo tipo de usos y objetivos para el nuevo edificio, hubieran pasado a aceptarlo como un componente más del paisaje (convirtieron en edificio protegido a una notable ruina), no en vano han demostrado un gran talante para adaptarse y aceptar el cambio.


Menos vanguardistas y provocadores, aunque igualmente fantásticos, son dos pintores canadienses que interpretan su entorno con visiones muy diferentes (puede que ninguno del gusto del ciudadano que deja su casa al médico, vista la decoración de la casa)





































Historia 23. La gran seducción

Música
ESCUCHANDO


Tickle Head y aledaños en clave sonora según Maxime Barzel y Paul-Étienne Côté, 


En honor del inocente médico al que le apasiona el jazz, Miles Davis con “All Blues”

Y aquí sigo, en el “nido” arquitectónico de Todd Saunders, disfrutando del privilegiado aislamiento. Escucho. El rugir del mar, el azote constante de las olas en las rocas de la costa. Pego un brinco mental y estas olas insaciables se convierten en el sonido de un piano. El de Tchaikovsky en su concierto nº 1 tiene el furor, la energía y la sonoridad contundente de estas olas.
                                                                  

Como era de esperar, ha comenzado a llover. Ni me inmuto, lo tengo todo preparado para combatir a la incansable lluvia, derroche popero.

Taylor Swif-Shake It Off

One Republic-Counting Stara

The Killers - Human

                       Magic - Rude

Ha acabado de llover. Relax. Gracias
Wim Mertens, Close cover.

                                          

Oscurece y la noche trae consigo una densa niebla. La niebla ha sido un gran enemigo para los marinos. Agudizo el oído y casi puedo escuchar a las sirenas que se esconden entre la neblina. Esos seres mitológicos… a pesar de que Samuel Barber compuso esta pieza con una inspiración religiosa, estoy muy pagana, y junto con los primeros compases espero ver definirse las figuras de las sirenas que con su canto embriagan, confunden y encantan.






Mil gracias a mi colaborador. 

Códigos ocultos


Cambio de prioridades

14/10/14

Coleccionistas de museos


COLECCIONISTAS DE MUSEOS
Y digo yo ¿merece la pena recorrer miles de kilómetros, continentes en según que caso, empeñar hasta los dientes en la aventura y aguantar interminables colas para colocarse delante del objetivo y poder atisbarlo a 7 m. de distancia, esquivando cabezas y eludiendo los empujones del que viene detrás y reclama su instante de avistamiento? ¿Es una genial idea sacar foto a todo lo que se menea, y a lo que no, contando con la obligatoriedad de tener en nuestra colección de fotos una mala instantánea del objeto deseado? Estoy absolutamente convencida de que hemos perdido el norte. ¿De verdad que todo turista que recala en Paris está absolutamente rendido a la magia de la Gioconda de Da Vinci, por poner un ejemplo, y por ello, dispuesto a iniciar una batalla para llegar a primera línea y captar un fugaz instante de la obra codiciada? No me lo puedo creer.

La dirección de los grandes museos se devana los sesos para solucionar el problema que supone la masificación (Museo del Louvre con 9,3 millones de visitas; Museo Británico con 6,7 millones; Museos Vaticanos con 5,4 millones). ¿Qué podemos hacer si medio mundo está interesado en culturizarse a marchas forzadas? En algo habrá que pensar. Cuotas restringidas, venta de entradas por hora, horas sin fotos o selfies… El aforo de los grandes museos no ha aumentado en relación al interés del personal. Es necesario  hacer algo. Es contraproducente que nada más traspasar las puertas de uno de estos santuarios del arte te entren ganas de llorar al no ver mas que riadas humanas que se encaminan diligentemente hacia las “obras claves”, arrasando con todo a su paso o a un buen número de individualidades, que como pollos sin cabeza, deambulan por las salas, (les han asegurado que esa visita era ineludible) Pero claro, habrá que cuadrar el círculo, puesto que los museos siguen teniendo que pensar en las finanzas  y, en muchos casos, el miedo es grande a que medidas correctoras para salvar al museo de no morir de éxito, acaben con la gallina de los huevos de oro. ¡Difícil cuestión¡

Lo que de por sí es una buena noticia, la afluencia del personal a determinados museos, me deja un poco perpleja cuando se trata de observar la afluencia  de otros museos de menor rango a los que no va ni el gato. Es cierto que hay ejemplos de obras artísticas que ponen a prueba nuestros conocimientos, facultades, sensibilidades y paciencias sin llegar a conclusiones satisfactorias. Otros, en cambio, son de consenso, ¡maravillosos, fabulosos, imprescindibles¡ Bien, de acuerdo. No obstante, de lo que si estoy convencida es de que estamos absolutamente idiotizados por el adquirir, por encima del degustar. Poco importa si una obra nos sorprende, nos arrebata, conmueve o defrauda. Lo que si es fundamental es estar allí y  llevar a casa una foto hecha in situ, en la que además, si sale parte de nuestra cabeza, el brazo del acompañante, o el codo del vecino,  mejor que mejor, el objetivo está cumplido. Estamos nosotros y al fondo se ve la pintura desenfocada o la escultura mutilada por el encuadre.  ¡Perfecto¡ Hemos dado una vuelta de tuerca con los dichosos selfies. Es fabuloso.  De esta forma atestiguamos nuestro paso por la pinacoteca de moda ¡yo estuve allí¡ y nos llevamos un recuerdo que enseñar, una muesca más en la culata. Somos coleccionistas de recuerdos artísticos que no nos dicen nada más que el hecho de haberlos visto. ¿Dónde queda el tiempo, algo más de 20 segundos que es lo que tarda el de atrás en dar un leve empujoncito reclamando su turno, y el espacio, sin apretones y con acceso fácil  al codiciado cuadro, para verlo de cerca y de lejos? Sin tiempo y espacio, y sin  calma auditiva, tampoco como si de un santuario se tratara, cómo vamos a hacer la digestión cultural pertinente. Salimos como entramos. No, peor, más cansados y enfadados. Todos no, los caza tesoros salen ufanos, con el móvil repleto de fotos que nunca verán la luz, pero eso sí, están.  Bueno, ya volveré dentro de dos años, o tres, o cuatro… pensamos resignados algunos sin haber podido saborear ni tan siquiera los entrantes.