14/1/14

¡Zas en toda la boca!

Imperdibles


¡ZAS EN TODA LA BOCA!

Siempre pasándonos de listos. Ante la capacidad intelectual y la voluntad humana, el reino natural se puede dar por enterado de nuestra manifiesta superioridad. ¡Qué la madre naturaleza se vaya preparando! Ya no hay selva que no podamos desbrozar, desierto sin transitar, montaña que sea lo suficientemente alta como para resistirse, sima lo bastantemente profunda para impedirnos el paso. Por aire, tierra y mar nos movemos con gracejo y más o menos soltura. Por ser capaces, nos atrevemos incluso a salir al espacio y llegar a la luna ¡qué ya es llegar! Si hay en el reino animal una criatura curiosa, emprendedora, voluntariosa y vanidosa, a parte iguales, esa es el hombre.

Pues bien, ¡zas en toda la boca! que diría Sheldon Cooper, de la serie televisiva The Big Bang theory, eso es lo que he pensado al conocer esta noticia que se produjo en Navidad: “El buque laboratorio ruso AcademicShokalskiy, atrapado en el hielo antártico, espera rescate” La naturaleza nuevamente nos gana la partida, cuando se pone brava  nos pone en nuestro sitio.

Los científicos y turistas, que viajaban en el buque, se proponían seguir la ruta del explorador Douglas Mawson realizada por la Antártica hace un siglo. Posiblemente su reacción primera ante la eventualidad de quedar atrapados en un hielo inesperado, fue de sorpresa ante la posibilidad de vivir una aventura en primera fila. Quizá admiraron sorprendidos la grandeza de esa naturaleza indomable y acabaron por rendirse ante la evidencia de que la expedición acabara como el rosario de la aurora. Seguro que no temieron por sus vidas (gran parte fueron rescatados en helicóptero después del intento fallido de haberlo sido a través de un buque rompehielos que contestó su llamada de auxilio) pero juraría que no entraba en sus cálculos el verse en una como ésta entrado ya el siglo XXI.


A la  Tierra, ésta que pisamos, le importa un comino que estemos encima, debajo, dentro o a punto de salirnos de su órbita. Ella siempre va a su aire. Y si no que pregunten a esos  montañeros empeñados en tocar el cielo con la mano, sabedores de que si pierden el paso en determinadas altitudes, no hay tecnología que les pueda ayudar, ni tan siquiera un helicóptero que pueda responder a una llamada de socorro, si la montaña y las condiciones meteorológicas son adversas.  Allí es la fuerza y la voluntad humana la única que vale. Ocurre lo mismo si pensamos en los espacios helados. La maravillosa aventura de Ernest Shackleton en la Antártida (1914-1917),  hace ahora ya también cien años, nos habla de este tipo de pulsos que nos empeñamos en entablar con la naturaleza. Otros tiempos sí, pero los mismos contendientes, hombre y naturaleza.

La prensa:








Muy recomendable (texto y fotografía): Carolina Alexander, Atrapados en el hielo. La legendaria expedición a la Antártida de Shackleton.

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