30/11/15

Historia 36. Una sensación extraña. ORHAN PAMUK

Libro
MEVLUT: COMÚN, CORRIENTE Y ÚNICO

Una historia a la que volver sin prisa, con glotonería y mimo. Nada de acción trepidante y  adjetivos caídos al azar. No, esto es un novelón en toda regla. Un serial en el acabas cogiendo cariño a los personajes por haberles acompañado en tantas vicisitudes a lo largo de los años. Te alegras cuando les ríe la fortuna y te entristeces con los reveses que les regala la vida. Pamuk nos cuenta  la historia de de Mevlut Karatas, vendedor callejero en Estambul, que llega a la ciudad con doce años desde su Anatolia y, también, de la ciudad de Estambul, de su crecimiento y transformación desde el último cuarto del siglo XX hasta 2012.

Un hurra por la historia de los sin historia. Estoy atravesando una etapa de revolucionaria de boquilla que me hace mirarlo todo con ojos criticones. Y desde ese ángulo tan cómodo, me aburro al comprobar que cantidad de historias están protagonizadas por gentes con posibles que se complican la vida de forma inverosímil. Por ello, la historia de los sin historia que tienen tanto que decir, como así lo demuestra Orhan Pamuk, no solo me gusta y entretiene sino que me parece necesaria. Historias menudas, pegadas a la realidad, cosidas con primor, dejando que los personajes se expliquen sin prisa. Una genealogía completa de una familia. Vidas completas. Personajes que entran y salen. Trayectorias que se entrecruzan, ramifican, divergen o confluyen.

Y si las cosas se han bien, como es el caso, el telón de fondo, el escenario en el que desenvuelve la trama adquiere personalidad propia: la ciudad de Estambul. Los personajes no serían igual en otra ciudad.
Estambul. Estuve una vez allí, hace ya tiempo. La recorrí con una mirada juvenil y una lista de imperdibles en mi mano que había confeccionado a la vez que la maleta. Ha pasado el tiempo y qué guardo en la memoria, debidamente modificado seguramente, mercados que embotaban los sentidos, un regateo insoportable, una estación de autobuses fantástica que mantenía las normas de conducta de un avispero, un puente simbólico que une occidente con oriente, un palacio (Tokapi) de las mil y una noches. En definitiva, una ciudad diferente y en la que también puedes reconocerte. Me encantaría volver. La ciudad me hablaría de otra manera. Tanto ella como yo ya no somos las mismas de nuestro primer encuentro.

El cómo. Pamuk comienza la historia con la voz de un narrador en tercera persona, distanciándose, y como un cuentacuentos oriental de la plaza Yemá (Marrakes), despliega sus encantos. Entonces, como por sorpresa, comienza a dar voz a los personajes en primera persona y  son ellos los que recogen el testigo del hilo de la historia. Aparecen así los monólogos breves y suculentos que introducen un punto de vista muy cualificado. Y no satisfecho con esto, en ocasiones los personajes se dirigen al lector invitándole a participar  en la narración.
“Samiha. Ni Duttepe es el “pleno centro” de Estambul ni yo le he prometido nada a Süleyman, como ya sabéis.

Como no podía ser de otra forma, también hay temazos. La tradición turca. No en vano el prota, es un vendedor de yogur y boza, un oficio tradicional que está en extinción, como muchas de las tradiciones turcas que se enfrentan al paso del tiempo y a la influencia de occidente, “En el viejo Estambul, en la época otomana, la boza solía venderse en locales cerrados y solo durante el invierno, porque con el calor se agriaba y se estropeaba rápido. Muchos de los comercios de boza de Estambul cerraron en 1923, cuando se fundó la República, por el empuje de las cervecerías alemanas. Pero en las calles nunca faltaron vendedores de esta bebida tradicional, como Mevlut”; la evolución de la ciudad más rápido que lo hacen las personas que la habitan. Una ciudad que crece y cambia fagotizando a sus habitantes; las mujeres con un papel destacado en la historia y con ellas vemos la tensión social a la que están sometidas en una sociedad en vías de modernización pero que no acaba de enterrar la tradición; el orgullo u honor masculino.

Y también hay Filosofía popular de esa que intuimos todos, a la que pocos hacemos caso y menos aún hacemos propia.
Habla Rayiha, mujer de Mevlut, “Por las mañanas, en el Mercado del Pescado con Fatma y Fevziye, plantada en medio de aquel hedor mientras observo a Hamdi, el pollero, desplumar un pollo, trocearlo y quemarle la piel, me acuerdo de cuando Mevlut me decía “hueles a rosas, hueles a gloria, como tu propio nombre”, y al momento me sentía mejor. Y cuando el siroco propaga por toda la ciudad ese olor a algas y a cloaca, el cielo se vuelve del color del huevo podrido, y siento como un peso en mi alma, cojo la carta en que Mevlut decía que mis ojos eran “oscuros como la noche insondable y límpidos como el manantial” Dicho por un villano“No hay un hombre igual a otro. Unos se hacen ricos, otros se han sabios; algunos  merecen el infierno y otros el paraíso”



Historia 36. Una sensación extraña. ORHAN PAMUK

Historia
HISTORIAS ORIENTALES Y VECINAS

En relación a la historia de Turquía, quién  más y quién menos ha oído hablar del Imperio Turco, así como de la cantidad de veces que, en la actualidad, Turquía  ha llamado a la puerta de U.E. con escaso éxito hasta ahora. Desde la época de nuestro Carlos I rey emperador, allí por el siglo XV, han transcurrido unos cuantos cientos de años en  los que ha occidente le ha sonado bastante lo del turco y aunque Mevlut y  su familia hay que situarlos en  un periodo posterior, no estaría de más echar un vistacín a la vida y milagros de ese imperio.

“Cuando seis años atrás su padre y su tío Hasan habían llegado por primera vez a Estambul para buscar trabajo y ganar dinero, tres años después del golpe militar del 27 de mayo de 1960, mientras Mevlut todavía estaba aprendiendo a leer y a escribir allá en  el pueblo, habían estado viviendo en una casa de alquiler en Duttepe.”

           

Visto el contexto amplio, nos acercamos al contexto inmediato que es de la Turquía del último tercio del siglo XX,  propia y diferenciada, depositaria de las esencias otomanas pero dejando de ser ya una parte de esa entidad que fue el Imperio otomano.


                              

Y para finalizar, un poco paseo por la ciudad en la que se desarrolló la vida de Mevlut. Estambul ¡cuántas ciudades caben en estas viejas y sabias urbes!
                                                  

Historia 36. Una sensación extraña. ORHAN PAMUK

Película

HISTORIAS ORIENTALES Y VECINAS
El libro de Pamuk podría ser una serie, al estilo inglés, a ritmo tranquilo, con detalle, creando ambientes, mimando personajes… Mientras tanto, película con un punto en común: Estambul. Distintas situaciones, épocas diferentes, tratamientos variopintos, pero con igual telón de fondo.

Un toque de canela. 2003
País: Grecia:
Director: Tassos Boulmetis
Reparto: Georges Corraface, Ieroklis Michailidis, Renia Louzidou, Stelios Mainas, Dina Michailidou
Sinopsis: Fanis Iakovidis es un famoso profesor de astrofísica. Tiene 40 años y ha alcanzado un momento crucial en su vida, una encrucijada existencial que su ciencia no podrá ayudarle a resolver. Su abuelo y mentor, "el abuelo Vassilis" vive en Estambul y ha desarrollado su propia filosofía culinaria práctica, venerada y aplicada por los turcos de forma similar. Fanis no ha visto a su abuelo desde que tenía 7 años. Por ello, cuando el anciano decide repentinamente viajar a Grecia después de tantos años, su inminente visita se presenta como una acontecimiento clave en la vida de Fanis. Cuando los viejos amigos de su abuelo llegan a casa de Fanis y están a punto de brindar a su salud, una llamada telefónica le informa de que el abuelo Vassilis ha caído enfermo de repente. Fani se ve catapultado de forma inevitable a un inesperado viaje hacia Estambul, un viaje de retorno en el tiempo y en el espacio. (FILMAFFINITY)

         


El maestro del agua. 2014
País: Australia
Director: Russell Crowe
Reparto: Russell Crowe, Olga Kurylenko, Jai Courtney, Isabel Lucas, Damon Herriman, Jacqueline McKenzie, Cem Yilmaz, Ryan Corr, Dan Wyllie, Deniz Akdeniz
Sinopsis: Aventura épica ambientada cuatro años después de la devastadora batalla de Gallipoli de 1915, en Turquía, un país inmerso en plena Primera Guerra Mundial. El granjero australiano Connor viaja a Estambul para descubrir qué ha pasado con sus tres hijos, todos declarados desaparecidos en combate. Durante su búsqueda forja una relación con una hermosa mujer turca, propietaria del hotel en el que se hospeda. Aferrado a la esperanza y con ayuda de un oficial turco, Connor se embarca en un viaje a través del país para descubrir la verdad acerca del destino de sus hijos. (FILMAFFINITY)
                


Hamam (Il bagno turco) 1997
País: Italia
Director:  Ferzan Ozpetek
Reparto: Alessandro Gassman, Halil Ergün, Francesca D'Aloja, Carlo Cecchi, Serif Sezer, Mehmet Gunsur, Basak Köklükaya, Alberto Molinari

Sinopsis: Un italiano recibe en herencia un viejo baño turco (un hamam), situado en Estambul. La propietaria era una tía suya que había emigrado a Turquía muchos años antes. El hombre se traslada a Estambul con la intención de arreglar los papeles y vender el inmueble lo antes posible. Allí se aloja en casa de los antiguos empleados de su tía, un matrimonio con un hijo y una hija. (FILMAFFINITY)

                          

Historia 36. Una sensación extraña. ORHAN PAMUK

Arte
Palacio Topkapi
DELICIAS TURCAS
Hay mucho arte que ver en Estambul, y buena parte de éste está directamente relacionado con su pasado imperial. Tengo la impresión de que Estambul, al igual que otras ciudades, como Roma por ejemplo, son víctimas de su pasado. En sus calles se puede comprobar el paso del tiempo y conservan testimonios artísticos y culturales únicos. Pero a la vez, se produce un curioso contraste. La vida de sus calles y sus gentes es vibrante y mara hacia el futuro sin complejos, mientras que el escenario en el que se desarrolla vuelve la vista al pasado reclamando un protagonismo que ya no le pertenece.

No obstante no me resisto a volver a perderme, aunque sólo sea vía-tecnología  entre las joyitas únicas que la ciudad posee.


Y por destacar algo, el Palacio Topkapi

                   

Sobre un patrimonio que ha desaparecido, Mevlut (Pamuk) nos dice: “Hubo algunas protestas de los propietarios griegos, cuyos abogados presentaron en vano recursos a las resoluciones de expropiación, y de algunas organizaciones de universitarios y de arquitectos que luchaban por preservar los edificios centenarios, pero no tuvieron mucha repercusión. El alcalde tenía a la prensa de su lado, y en una ocasión, cuando el fallo sobre la demolición de uno de esos viejos edificios tardaba demasiado en llegar, él mismo se puso a los mandos de un bulldozer, con una bandera de Turquía colgada de la pala de la excavadora, y empezó a tirar abajo la casa entre los aplausos y vítores de los presentes”

                                                                    


Aunque lo histórico pesa y mucho, un par de referencias sobre como también se avanza asumiendo la herencia

               


Para el que pueda y quiera. En el Museo del Prado ha desembarcado unos Ingres imperdibles, y entre ellos El Baño turco

Historia 36. Una sensación extraña. ORHAN PAMUK

Música

       ECOS ORIENTALES
Todo sería muy de raíz si atendemos a la vida de Mevlut. Sus gustos y preferencias entroncan con la tradición que le ha criado y conformado.
 “Con el placer por la música que fue cultivando durante aquel año, Mevlut escribió un buen montón de cartas a Rayiha, inspirándose en las canciones populares de Anatolia para describir a su amada “de miradas coquetas”, “sus ojitos de gacela”, “su mirar acaramelado”, “la de ojos azabache”, “la de ojos embriagadores”, “de miradas insinuantes”, “con ojos como dagas” y “de destellos hechizantes”.
Música  popular de Anatolia de estilo nihavend de Erol Sayan como ésta
           

Así que puedo imaginar que las musicalidad de los derviches también le harían tilín.

         

A partir de aquí, me pongo los auriculares y mi paseo musical por Estambul, como por la vida de Mevlut, se vuelve heterogéneo, antojadizo y extravagante.

Por ese puente único que une occidente y oriente
                      

Callejeando
                      

Oliendo en el mercado de especias
                   


Para todas las mujeres de Mevlut
           


Porque sí (qué buena razón)
           

Mil gracias a mi colaborador

Digna pero bonita


DIGNA PERO BONITA

15/11/15

Escrito en piedra


Si alguien escribe algo en piedra es porque el mensaje es una máxima irrefutable o el autor tiene un ego que no le cabe en el traje. ¡Qué afán con que lo escrito perdure! Oigan, que no, que hay montones de cosas que están bien perdidas y bien perdidas; que no todo es bueno ni merecedor de recordarse; que hay mucho digno de mejor destino que el de perdurar. El paso del tiempo es un filtro aleatorio que permite la perdurabilidad o el extravío de joyitas y desvaríos a partes iguales.

Desde la Antigüedad se han elegido materiales duros (granito, mármol, caliza, incluso cerámica) con toda la intención. Los textos normalmente son breves (siempre hay excepciones como algunas parrafadas grabadas por los egipcios sobre granito) y potentes, el propósito  es evidente: al grano y por siempre jamás.

Todo esto ocupa a mi neurona después de leer una noticia que se hace eco de una publicación, Las inscripciones de la Catedral de León (ss. IX-XX) de María Encarnación Martín López en la que recoge 400 inscripciones realizadas en los muros de dicha catedral. Desde la Edad Media un buen grupo de individuos se han encargado de decorar un edificio único con sus mensajes absolutamente imprescindibles. Lo que priman son los mensajes ideológicos o con afán de catequizar.


Desde el punto de vista histórico la epigrafía tiene un valor incuestionable,  y más si cabe sobre todo lo que nos cuenta de la naturaleza humana. Al fin y a la postre ¿de qué estamos hablando? De permanencia y transcendencia, seguro. Pero puede que hasta sea más interesante la intención del autor que el mensaje en sí mismo. Que el Cabildo catedralicio se empeñe en que sus conciudadanos, sus contemporáneos y los venideros in sécula seculórum sean partícipes de la generosidad empleada en el templo en cuestión, o que fulano de tal esté enterrado aquí y no allí, me deja un poco con la misma temperatura del material empleado en el aviso: fría. También hay inscripciones de más rango como edictos, proclamas o más íntimos como recuerdo de familia y allegados a los suyos cuando dejan este mundo. Pero hay muy poco de “te quiero Pepe” o “qué ratos más majos pasamos al arrimo de estos muros”. Lo sé, su valor histórico es nulo, pero nadie me negará que su lectura despierta una sonrisa y deja volar la imaginación hacia felices pensamientos.

Pero el tiempo pasa y la piedra como soporte se va quedando vieja. Las sondas Voyager llevan una “cápsula del tiempo” en la que se ha introducido ejemplos visuales y sonoros de lo que algunos han pensado que somos como humanos y es aceptable que trascienda. A volar por los tiempos y los espacios aquellas cosas que deben perdurar y representarnos. No se sabe  por quién y cuándo será leído el mensaje, pero se piensa en la eternidad y pensando en dimensiones cósmicos eso es fácil, inevitable seguramente. Estas modernas “epigrafías” cosmonautas me gustan. Todo aquí sugiere y hace soñar.