26/3/16

Historia 39. El puente de los espías

Película

A LA MANERA DE SPIELBERG
Me reencuentro con Spielberg y hacía ya tiempo. Así, sin pensarlo, he caído en la cuenta de que Spielberg lleva un montón de años entreteniéndonos, conmoviéndonos o apesadumbrándonos, según el tema que en cada momento elija. Cuando nos proponía las aventuras de Indiana Jones, yo he sido la primera en ir de la mano de arquetipo de arqueólogo maravillosamente irreal. Si se trataba de conmover o denunciar, me quedo con Salvar al soldado Ryan y La lista de Schindler. Si se quiere ver el miedo y el horror de una situación suicida, sin sentido, la primera parte del desembarco de Normandía es impresionante. Estoy segura de que no se ha rodado nada similar. Y en cuanto a la denuncia del genocidio judío por parte de los nazis, personalmente después de ver La lista de Schindler me juré no volver a ver nada más relacionado con la barbarie nazi. Con el despliegue crudo de la mirada de Spilberg me basta y sobra. Aunque si tengo que ser sincera, y por ponerle un pero a este fantástico contador de historias, le achacaría los finales lacrimosos o excesivamente edulcorados. ¡Ay, Ay! Pelín blandito, se pone a veces Spielberg. No obstante, y aún en los momentos más tiernecitos, siempre hay en sus películas partes de absoluta genialidad.

En esta ocasión se narra una historia basada en un personaje real enclavada en la guerra fría. No es una película de espías sino de como los gobiernos negociaban con ellos en una situación política muy inflamable, utilizándolos como moneda de cambio. Un intercambio de "espías". Es James Donovan, abogado de Brooklyn el que acaba metido en una negociación entre la URSS y Estados Unidos para intercambiar un espía ruso por un piloto americano capturado mientras realiazaba misiones de espionaje.

El puente de los espías me ha demostrado cómo se puede hacer una narración a través de una sucesión de imágenes, de detalles, de ritmo suave y ágil al mismo tiempo, secuencias encadenadas que te llevan, te introducen en la historia sin necesitar la palabra. La primera parte de la película es la demostración de qué hay que hacer para narrar una historia a la manera de .... Una forma muy personal de entender la imagen y el ritmo al servicio de la narración. La persecución en el metro y en la calle inicial,la sucesión de actos aparentemente anodinos que le sigue... cine del bueno.

Otra cosa fabulosa, los interiores. El mimo en las ambientaciones; la elección de objetos; el detalle en el espacio pequeño que acompañan a los protagonistas y narra con ellos; la iluminación que destaca u oculta remitiendo al tenebrismo barroco que jugaba con el espectador desplegando todos sus capacidades en los lugares hábilmente iluminados (el interrogatorio en blanco del principio entre el protagonistas y el acusado)

Los actores siempre resaltan y prestan su personalidad al personaje, como entiendo que hay que hacer, bajo la batuta de Spielberg. Tom Hanks, siempre elegante y correcto, siempre entre la encarnación del hombre común y el héroe que todos deberíamos llevar dentro. En esto último es en lo que reside la magia de Tom Hanks. Pero quien me ha hechizado ha sido el espía ruso, Mark Rylance. Otro tipo corriente con una fuerza interior y una determinación insospechada y magnífica. Bien pues Rylance transmite eso y más.

El hecho de que esté basado en un personaje y suceso real, añade un plus y automáticamente me abre el apetito de saber más del personaje y la época. ¿Nos ha dicho Spielberg la verdad y toda la verdad? ¿Dónde acaba lo real para comenzar la ficción?

            

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