2/3/14

Historia 15. El lobo de Wall Street

Arte

ESTÉTICA Y CAPITAL, 
UNA PAREJITA FELIZ.

El único arte que el DiCaprio está dispuesto a apreciar es aquel que lleva a darse homenajes personales diarios. Compañía variada, apetitos de todo tipo, lujos diversos, coches, casas, yate... Este es el catálogo de actos sensibles que aprecia con deleite, que no es poco. Este manual de estilo queda fuera de las posibilidades del común de los mortales, aunque también podría considerarse como la forma de no saciarse con nada cuando uno ya lo tiene todo (perdón, que nunca uno tiene todo). El arte tradicional (pintura, escultura, fotografía…) no parece conmoverle demasiado. Si nos olvidamos del ejemplo estilo Belfort, la inmensa mayoría nos conformamos con ir de cuando en cuando a una exposición, leer alguna revista especializada o meter la nariz en Internet y bucear den la producción de algún pintor, fotógrafo... Y ahí ¿qué encontramos?

Neoliberalismo... aquí estamos.
Parece ser que la creatividad individual se ha ido a hacer puñetas. Si buscamos denominadores comunes, líneas dominantes, y nos olvidamos de lo extraordinario o lo extravagante, una pena porque es ahí done suele estar el germen del cambio, el patronazgo con retorno útil o/y intenciones de adoctrinamiento, y el utilitarismo bienintencionado, parecen destacarse como los aspectos dominantes de la estética hoy.
No es cosa mía, doy la voz a los especialistas.
“Con el neoliberalismo, el subsidio corporativo a las artes ha aumentado en detrimento del patrocinio de Estado, privilegiando el “arte útil”, que es la antítesis del arte autónomo. Esto quiere decir que se le ha dado una función tanto económica como política a la producción de arte” Irmgard Emmelhainz

“A diferencia de los museos de estado, cuya misión es difundir, exhibir y educar sobre arte que le pertenece a un pueblo – a partir de una narrativa que puede ser mítica, histórica, identitaria o canónica para reforzar la meta-narrativa que une al pueblo como tal –los museos privados tienden a ser estratégicamente usados para el desarrollo de la identidad e imagen de una compañía. También son lugares de canalización de fondos, ya que el estado brinda exención de impuestos a las corporaciones que coleccionan arte” Irmgard Emmelhainz

“Los espacios culturales se han convertido en bastiones institucionales de auto-expresión democrática y sitios para la reconciliación social y la auto-ayuda. Por ejemplo, el proyecto Sanatorium de Pedro Reyes en el Guggenheim NY, Documenta 2012 y White Chapel en Londres en 2013, descrita como “una clínica transitoria que proporciona tratamientos cortos e inesperados que combinan arte y psicología”. Muchas de estas iniciativas son subsidiadas con fondos corporativos. Mientras que el apoyo corporativo al establecimiento de espacios antagónicos o prácticas que buscan facilitar o reparar lazos sociales son institucionalizados por la sociedad, la pregunta que surge es, ¿A quién le pertenece el capital cultural y quién tiene el derecho de usarlo?” IrmgardEmmelhainz



“Para los gobiernos europeos (sobre todo Gran Bretaña, Holanda y Francia) el arte participativo es una ingeniería social barata. Crea la impresión de que todos están participando, haciendo talleres de trabajo, ciclos de cine, cocina comunitaria. Creo que esto aporta, innegablemente, algo a una comunidad, pero también creo que es criticable porque es homeopático, ignora las cuestiones estructurales y es una forma temporaria de distracción de los problemas reales. Claire Bish


Aunque el arte esté mayoritariamente subvencionado y dirigido, controlado por los pepes que organizan grandes exposiciones y crean colecciones, aún  cuando sea el deseo de utilidad, más o menos desinteresado de algunos eventos el que predomina, estoy segura de que el espíritu creativo que acompaña al artista también estará allí.

Se acaba de celebrar en Madrid la Feria de Arte Contemporáneo ARCO. El hecho de que se denomine feria a un evento de estas características remite directamente al aspecto comercial del arte. Sería de ilusos pensar que el arte se sostiene en el aire, es negocio, y dentro de unos parámetros, es normal que así sea. Sería bueno echar una ojeada y juzgar por uno mismo dónde acaba y arte y empieza el negocio.

Siguiendo con ARCO escuché una entrevista en la que un artista, a la pregunta sobre sus sentimientos, iban a colgar alguna obra suya en un museo, contestaba que no se sentía especialmente bien pues consideraba a los museos como cementerios del arte, instituciones carentes de vida. El periodista siguió con su trabajo y le tocó el turno a una coleccionista-galerista que había escuchado la entrevista anterior. Ella defendió los museos señalando el creciente dinamismo que están adquiriendo con actividades como las exposiciones temporales. Yo respiré más tranquila. Me quedé sorprendida al oír lo del museo-cementerio. Me gustan los museos. Poder ir de vez en cuando. Ver una obra y comprobar si me dice algo diferente a lo que me dijo la última vez. Saber que está allí para mí y para todo el que quiera verla, es un lujo. El museo democratiza el arte y eso me gusta (bueno, si la economía neoliberal nos permite pagar el precio de la entrada)




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