1/10/16

Historia 43. Regreso a casa

Película
¡BIENVENIDO SR. YIMOU!
Recuerdo la primera vez que vi La linterna roja. Entré en el cine por casualidad y salí impactada. Entonces, como ahora, no tenía ni idea de cine chino y fue únicamente la institución o el cansancio de ver en la pantalla los problemas y la formas occidentales de siempre, los que me empujaron a arriesgarme con el cine oriental. ¿Quién era ese Yimou que con tanta ternura contaba tragedias envueltas en una estética que emociona?

Ha pasado el tiempo y Yimou ha ido destilando joyitas. He intentado ver todo lo que he podido de él y el balance ha sido muy positivo: Sorgo rojo, Semilla de crisantemo, Hero, La casa de las dagas voladoras, La maldición de la flor dorada, Amor bajo el espino blanco... De nadie se puede decir que todo lo que hace es una obra maestra pero Yimou forma parte de esos cineastas de los que procuro ver todo lo que hacen, y llega a mi ciudad, porque rara vez me deja indiferente.

Zhang Yimou es único mezclando la dureza y la ternura. En Regreso a casa Yimou narra la historia del preso político Lu Yanshi que vuelve a casa al finalizar la Revolución Cultural y no es reconocido por su mujer. Como en otras obras suyas, la tragedia siempre está rodeada de cariño, compasión, amor, a veces de resignación, impotencia. Es como si cada acto brutal , y Yimou aquí no tiene ningún reparo en mostrar el lado más duro de la vida, estuviera acompañado de una cierta cantidad de ternura y compasión. No hay lado bueno sin que se compense con el malo, o viceversa, y el cineasta chino es un maestro en la mezcla y dosificación de estos ingredientes. En cuanto a su mundo estético es otro ámbito en el que es magnífico. Cuando Yimou se lanza a contar una historia épica o anclada en épocas históricas toda la sensibilidad estética oriental estalla en la pantalla dejándonos sin habla. Color, luz, encuadre, ritmo creando el universo Yimou. Incluso cuando no hay nada estéticamente bello que reflejar, como en Regreso a casa, Yimou encuentra serenidad, belleza en la pobreza, en la rusticidad, en lo feo. Esa mezcla entre la ternura y la dureza aparece ya al inicio de la película, en la primera escena, en la que un grupo de bailarinas de ballet adolescentes preparan una danza con un fusil como parte de la representación.

En sus historias, sus personajes son héroes, empeñados en grandes hazañas o simplemente en el duro empeño de sobrevivir. Algunos revestidos de una posición social que así lo atestigua, igual que las acciones que llevan a cabo. Otros, y estos son los más interesantes, son personajes tocados por la fortuna que les ha obligado a vivir historias duras, algunas veces con grandes tragedias, en otras con dramas cotidianos. No obstante, siempre están revestidos de una dignidad que los hace admirables, sea cual sea el resultado de sus acciones. En Regreso a casa, los protagonistas son héroes anónimos intentando sobrevivir durante la época maoista de los años 50.

Siempre hay detrás una historia. El guión no necesita de artificios ni efectos especiales porque lo que tiene que contar es suficiente para mantener la atención y explicarse a sí mismo. Además, cuando crees que ya ha mostrado todas las claves de la historia suele aparecer un nuevo giro que complica a la vez que explica la historia.

No hay grandes parlamentos puesto que las imágenes y el trabajo de los actores hablan por sí solos. Y aquí hay que destacar a Gong Li que ya estaba con Zhang Yimou en La literna roja y que ha ganado con el tiempo en intensidad y maestría. ¡Qué capacidad de expresión tiene esta mujer! Podría destacar dos escenas, por poner ejemplos concretos, en los que Gong Li lo dice todo sin decir nada. Una de ellas ocurre, al poco de empezar la película, cuando no abre la puerta al hombre que está al otro lado. La otra se produce cuando su marido toca para ella al piano. No digo más, hay que verla.

            

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