14/3/15

Manipulación de patrimonio por hombres-máquina, en modo "on"


MANIPULACIÓN DE PATRIMONIO POR
 HOMBRES-MÁQUINA
 (EN MODO“ON”)
Realmente es un juego vano, puede que incluso desaconsejable,  intentar conocer o siquiera adivinar, el uso  que quiso un creador para sus obras.  En algunos casos sabemos de sus intenciones o deseos, pero no es lo más importante y con  el transcurrir del tiempo y de los acontecimientos ese deseo posible y primigenio adquiere una importancia relativa.
Disfrutamos, usamos, abusamos y manipulamos el patrimonio artístico y cultural al que tenemos acceso, según apetencias o posibilidades de cada cual. La Historia está repleta de ejemplos que dan fe de ello.  El uso y/o abuso del fenómeno cultural o de la obra artística es una práctica habitual. De menos a más. Es fenómeno bien conocido el de ese inversor-coleccionista podrido de dinero al que le han aconsejado la inversión en arte. Sin hacerse de rogar en exceso, pone encima de la mesa una cifra mareante para llevarse a casa una obra de arte que ni puede ni le importa apreciar. Y qué decir de los grandes museos situados en las capitales más cultas del mundo, allí donde la difusión y/o explotación de la obra artística llega a convertirse en  iconos comerciales (aburridita de la Gioconda) Y subiendo un peldaño, encontramos a los países que consiguen engrosar su PIB, a través de la explotación de su patrimonio artístico. Aquí, posiblemente, Egipto es el rey. Sus antepasados trabajaron mucho y bien.
Ideas políticas y religiosas se han propagado a través de las obras artísticas, posibilitándolas a la par que las fagotizaban. El que haya tenido la suerte de darse un garbeo por el  palacio y jardines de Versalles ha recibido una clase acelerada de monarquía absoluta, puede que sin ser consciente de ello. Magnificencia, poder sin contrapeso. Lo mismo se puede decir de la Basílica del Vaticano, política y religión se confunden en un deseo de propagar los valores católicos del poder espiritual y, de paso, terrenal.  Y qué decir de la iconografía de los cuadros de Zurbarán o de Murillo, por poner dos ejemplos. Pura beatitud.
El uso y abuso económico, político, religioso del patrimonio cultural y artístico ha existido desde muy antiguo  y tiene grandes posibilidades de futuro. No obstante, en las últimas semanas, estamos asistiendo a  otra forma de manipulación de patrimonio: la destrucción.  De entre las más grandes burradas, con permiso de los burros, perpetradas en contra del patrimonio histórico-artístico, el primer premio se lo llevan los hombre máquina, modo “on”, que nutren las filas del Estado Islámico (EI) Si no fuera por el resultado dramático de  esta práctica, podíamos calificar la ocurrencia de pueril. El EI entra en el juego del adoctrinamiento político-religioso a través de la destrucción del patrimonio ajeno a sus valores fundamentalistas y radicales islámicos.  De esta manera, está perpetrando limpiezas culturales destruyendo esculturas asirias y ciudades como Nimrud o Hatra.
No es la primera vez que un grupo, convenientemente adoctrinado y fanatizado toma esta vía, no hay más que pensar en la quema de libros y  de pintura de artistas  no del gusto nazi durante la segunda Guerra Mundial , y el resultado siempre es el mismo: una destrucción inútil.

¿Quién les ha dicho a estos individuos que pueden disponer a su antojo del patrimonio de todos? Ah sí, la fuerza de las armas. ¿Quién les ha engañado haciéndoles creer que se puede borrar el pasado si eliminan  las pruebas de su existencia? Sí, lo sé, un buen adoctrinamiento. Ocurre cuando se deja de pensar por sí mismo.  ¿Y qué  si la interpretación extrema de su religión prohíbe la veneración de tumbas y representaciones escultóricas? Bien, que no esculpan ni construyan ellos.  ¿Cómo han llegado a la conclusión de que destruyendo el patrimonio histórico-artístico de sus antepasados, anterior a la época islámica, van a borrar diferentes formas de pensar, creer, expresarse, de vivir?  Aquí no sé cuándo hemos perdido el paso llegando a radicalismos tales.  De todas las manipulaciones del patrimonio que puedo imaginar, la practicada por el EI que elige la destrucción como método es la peor. A través de la intransigencia destructiva, lo único que  va a conseguir es un efecto rebote uniendo en su contra a todo aquel que tenga dos dedos de frente y alguna neurona lúcida. 

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